Voy a hacer alusión a lo que en un reciente programa vía streaming que se transmite por el Facebook a cargo del periodista Virginio Lema, quien hizo una ácida, puntual y merecida condena a la conducta de un ciudadano cuyo nombre importa nada, porque de todas maneras las imágenes que contienen el lanzamiento de tomates sobre el cuerpo del recientemente posesionado Alcalde Municipal de Cercado-Cochabamba, se hicieron virales. El corto video muestra la cara más fea de la ignorancia que azota a nuestra sociedad.
En lo que a mí toca, la conducta de ese bárbaro largado de la mano de Minerva, que dice ser diplomático en espera de un cargo en esa área, no hace más que confirmar, primero una división cada vez más patente entre bolivianos y, segundo, el rezago de nuestro servicio exterior respecto a los de países vecinos e incluso en relación con décadas anteriores de la misma Cancillería boliviana. Esa caricatura de agente diplomático desconoce que, para representar al Estado ante una potencia extranjera, en cualquiera de sus niveles o jerarquías, primero debe haber un absoluto respeto por las opiniones divergentes de las autoridades de su propio país, en tanto por su -al menos presunta- formación, muy distinta de la del político propiamente, por ética no le es permitido enjuiciar y menos con violencia, las bondades o defectos de quienes disienten con su posición ideológica.
Así es, esa actitud vergonzosa y soberbia de quien se autodefine como diplomático, de una trayectoria como miembro del servicio exterior en el Vaticano, delata y confirma el nivel lamentable de nuestra diplomacia que tiene su causa y efecto únicamente en el favor político, dejando desde hace varios años de lado a profesionales vinculados con las relaciones internacionales y todo lo que de ellas se desprende. Pero también revela la intolerancia y odio que existe entre los políticos de izquierda y de derecha.
El periodista Lema con ese motivo hacia también referencia a la circunstancia en que hace algunos años en la ciudad de Potosí, un albañil ante la proximidad de Evo Morales en una manifestación de sus partidarios, y su exclamación de “Bolivia dijo no”, con inusual prontitud fue detenido por la Policía para su posterior encarcelamiento. El paralelismo entre ese caso y éste verdaderamente bochornoso no es muy aproximado y, las consecuencias entre uno y otro, fueron también muy distintas. Lo sucedido en Cochabamba no solo terminó con un silencio cómplice de parte del partido de gobierno, como era de esperarse tratándose de un militante suyo, sino que el violento infamante, aún después del papelón, dijo no arrepentirse porque Reyes Villa no lo representa y ni siquiera es merecedor de ser llamado Alcalde.
Al autodenominado “diplomático”, alguien en su partido tiene que decirle que cuando alguna autoridad es electa en justos comicios y encuadrados en la Carta Magna, le simpatice o le provoque desagrado, es una autoridad legítima. Que alguien le ilustre que cuando menos el 47% del pueblo votante, no se siente representado por el presidente Arce y, a pesar de ello, la democracia, la cultura, la educación y el buen juicio no permiten increparlo físicamente y mucho menos arrojarle con algún objeto porque la sola acción, punible jurídicamente, expone el pobre nivel intelectual del agresor.
Por último, y siempre remitiéndome a la dureza de Virginio Lema, el futuro nombramiento del desubicado activista como agente diplomático en el exterior y para el que, en su criterio, tiene todos los merecimientos, tendría que estar destinado a cumplir funciones en Buñol-España, donde practican la insólita costumbre de tirarse tomates. Si con algún cargo en el exterior premian al ridículo atacante, que no sería raro, es ahí donde puede desempeñarse con solvencia.
No es para sentirse orgulloso, pero si desde su fundación nuestro país, nunca fue un modelo de institucionalidad, de democracia, de cultura ni de educación, en los últimos años se ha retrocedido en todos esos campos.
Augusto Vera Riveros, es jurista y escritor.