La carta informativa Siglo 21 revela que Rusia ha pedido al gobierno de Bolivia que, a cambio de las vacunas, se le entregue los territorios bolivianos que contienen “tierras raras”.
La fuente de la información es la muy prestigiosa Economist Intelligence Unit que, en una producción para radio informa de una llamada telefónica hecha desde Moscú a La Paz para expresar esa condición, a las pocas horas de firmado el acuerdo para la provisión de vacunas.
La información viene a revelar un misterio, el que estaba contenido en la “cláusula de confidencialidad” a la que aludió el presidente Luis Arce después de haber firmado el acuerdo. Un pretexto para negarse a revelar cómo sería el pago de Bolivia a la ex superpotencia.
Como se sabe, en los detalles está el diablo, lo que en este caso tiene que ver con las extensiones de terreno que Bolivia deberá ceder a Rusia para que ese país obtenga los metales o elementos “raros” que le interesan.
¿Será una provincia de Santa Cruz, a la altura de lo que los geólogos llaman el “escudo brasileño”, rico en granito, que suele alojar a los elementos “raros”, o serán también otras regiones del país?
El tema es muy delicado, porque el gobierno masista estaría entregando a una potencia extranjera una parte de la soberanía nacional, algo que la CPE lo prohíbe de manera terminante. Ni siquiera el parlamento podría autorizar esa operación, que debería ser sometida a un referéndum.
Tanto Rusia como China, dice el informe, han optado por fabricar vacunas y destinarlas a la exportación, dejando en un segundo plano la posibilidad de usarlas para sus propios ciudadanos.
Y China ha conseguido hasta ahora que el gobierno peronista de Argentina le conceda territorios en la Patagonia para la instalación de una planta de observación, pero sin aclarar el tamaño que tendrá el terreno.
En Venezuela, los chinos han conseguido del gobierno chavista la autorización para usar amplios territorios para los fines que sean de su interés, comenzando el petrolero, el minero y el tecnológico.
Se sabe cuánto cuestan las vacunas fabricadas en Europa o en Estados Unidos, pero no se sabe el precio de las rusas o chinas porque, sencillamente, no son vendidas a cambio de dinero sino a cambio de territorios de los países compradores.
Muy grave y peligroso el tema. El gobierno debe informar a los ciudadanos en qué consiste el acuerdo con Rusia. Si quiere hacer alguna aclaración, debe enviarla a Economist Intelligence Unit de Inglaterra.
Por ahora, los ciudadanos bolivianos quieren saber de qué se trata todo esto.
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