Era yo muy niño cuando me surgieron las primeras carcajadas con “Don Enredoncio” o con “La Imilla”, casi con seguridad por lo vistoso de los personajes más que porque haya entendido el concepto del humor por aquél viejo entonces. Son muy pocos pero buenos recuerdos de haber podido ver algo de producción nacional en la televisión abierta ochentera y es ahí donde recuerdo ver algo del trabajo del invitado de lujo al Cvltvral de hoy, el señor David Santalla.
Uno, sin necesidad de ser fanático del teatro nacional de comedia, no puede ser tan ajeno al trabajo de David Santalla cuyos trabajos y personajes que, creo personalmente, han marcado época y han sido influencias enormes para comediantes nacionales actuales.
David Santalla nació el 16 de agosto de 1939 en la ciudad de La Paz. Es hijo del general de aviación Alfredo Santalla Estrella, quien fue el único militar boliviano que alcanzó a participar en la Primera Guerra Mundial. Desde muy niño David Santalla vivió en Chile donde descubrió sus habilidades en el humor y la creación de numerosos alter egos como tiene en su haber como artista. Dicen, quienes lo conocen, que de niño era muy solitario. Los hermanos mayores no lo incluían en sus juegos y sus padres ya habían perdido la costumbre de comprar juguetes, así que el pequeño tenía que divergir para divertirse. Alguna vez contó que cogía piedras a las que pintaba caras y hacía hablar a cada una con una voz distinta, como delineando una carrera desde muy niño.
«Me sirvió para ejercitar la garganta y la imaginación», dice el comediante, quien celebra más de 50 años de actividad artística. Una trayectoria que comenzó con la declamación y la «animación de auditorio» en la radio. Este miraflorino de nacimiento es uno de los íconos del humor nacional y actualmente necesita de nuestra ayuda para su lucha contra el cáncer.
Actualmente lucha contra una enfermedad y para cualquier aporte pueden comunicarse con el número de teléfono de Sandra, su esposa, que es el 713-63688. En estos momentos es cuando se demuestra todo… apoyemos a David.
