jueves, diciembre 26, 2024
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Viejas tareas para nuevo alcalde

Desde hace muchos años, la ciudad de La Paz –salvo excepciones honrosas– es presa del abandono de sus autoridades edilicias, en lo que se refiere a sus necesidades humanas y espirituales, que son tantas como sus necesidades materiales. Alcaldes de decenios recientes dedicaron sus esfuerzos a realizar obras estructurales con fuertes inversiones, naturalmente para ganar el aprecio del pueblo paceño, caracterizado por su iniciativa, criterio político y amor a las grandes obras estéticas, al extremo de que se ha acuñado el concepto de “espíritu paceño”, expresado en grandes acontecimientos que rectificaron el curso de la historia nacional.

Después de las gestiones de Juan del Granado, Luis Revilla y otros que hicieron esfuerzos para recuperar para La Paz la vanguardia del progreso urbano del país, realizando obras de magnitud necesaria, ahora la ciudad enfrenta la solución de inmensas necesidades de inmediata e impostergable asistencia y que estaban no solo abandonadas, sino también en el olvido absoluto, pese a su visible presencia y debido a escasa visión paceña. En efecto, La Paz tiene un nuevo alcalde, en cuyas manos han caído responsabilidades a las que no se da la importancia debida y que deben ser resueltas con urgencia.

Efectivamente, La Paz es ahora la ciudad más sucia del país, con todas sus paredes céntricas y aledañas pintadas a colores con propaganda política o figuras psicodélicas que atentan contra la mente de los paceños, por decir lo menos.

Otro asunto, consiste en que todas las aceras de las calles de la ciudad están destruidas o semidestruidas, convirtiéndose en trampas mortales para los transeúntes que tienen que caminar con el “Jesús en la boca”, para no tener que ir a parar al hospital con la columna vertebral deteriorada o con la cadera rota, sin que la Alcaldía asuma la responsabilidad por esas desgracias.

Otro aspecto, entre muchos otros, es que casi todos los árboles que existen en las principales avenidas están viejos o muertos y que anteriores alcaldes, sin criterio paceño, no pudieron observar por estar dedicados a obras faraónicas o a lidiar con marchas y huelgas de toda naturaleza.

Todos esos aspectos saltan a la vista, sin que hayan sido atendidos durante años y que el nuevo alcalde debe constatar, haciendo un recorrido a pie no solo por barrios aledaños, sino alrededor del mismo edificio de la Alcaldía y ni qué decir de los barrios periféricos de La Paz. Así ganará el afecto de los paceños.

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