Los sectores fragmentados y divididos del trasporte hacia los puertos de Chile y Perú, como era de esperar no se ponen de acuerdo en el tema del funcionamiento del tren Arica-La Paz. Al parecer la Cámara Boliviana del Transporte o se ha excluido del tema o ha sido marginada. Tampoco intervino en la reunión con el ministro de Obras Públicas y Transporte, Edgar Montaño.
Algunas de las federaciones de este transporte junto al ministro y la representación del Ferrocarril Andino acordaron suspender temporalmente el servicio y lo denominaron de ensayo o piloto. En ese cónclave se firmó una extensa acta de entendimiento favorable en su integridad al transporte beligerante que, aceleradamente, el lunes procedió a bloquear carreteras de los departamentos de La Paz, Oruro, Cochabamba y Santa Cruz. Como de costumbre, primero se presiona y después bajo ese peso se negocia. La lógica elemental en estos casos debería ser a la inversa. En vista del acuerdo los bloqueos debían concluir de inmediato, pero por los menos los transportistas cochabambinos lo mantuvieron pretextando que los firmantes del acuerdo no los representan.
Una vez más los sectores sociales aduciendo esa condición imponen su posición, algunos sin serlo. Los gobiernos y, por supuesto, el actual, son dóciles a esos mandatos, sin velar por los intereses generales. Este transporte internacional está lejos de ser un sector social empobrecido como dicen ser. Sus ingresos no son despreciables, operando con camiones y trailers de gran magnitud, lo que supone un bien de capital y de enorme costo. Es verdad que tributan de algún modo, factores que los convierten en empresarios. En la oportunidad se quejan por haber disminuido su carga debido a la pandemia y que el cuestionado ferrocarril mermaría más sus beneficios.
Es interés nacional diversificar este medio de comercio internacional y el ferrocarril contribuye a ese flujo después de 16 años de haber cesado su actividad. En ese sentido, la posición intransigente del transporte caminero deriva en un monopolio, contrario al libre mercado, que es el parámetro internacional por excelencia. Si bien se acordó la paralización no definitiva de este ferrocarril, su reposición se la vislumbra definitiva, mientras el gobierno aplique su política de carácter unilateral. Los dirigentes arguyen además que el tren Andino no es nacional, mientras el ministro Montaño recuerda que fue vendido en 1996 por el Gobierno de Sánchez de Lozada. Evo Morales realizador de sinnúmero de nacionalizaciones, no pensó en este rubro. Se dice porque uno de sus capitalistas es un venezolano amigo del régimen, a quien sobran sus inversiones en el país.
Vetado nuevo medio de transporte
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