Pocas, en verdad muy pocas iniciativas hay en nuestro país que alegren y nutran el espíritu colectivo de la sociedad porque son de índole académica, literaria o cultural. Usualmente, se confunde este último término con el folclore nativo, que, aunque no está mal, no es realmente lo que se entiende a nivel universal como alta cultura. El libro, en Bolivia, está dejado a su suerte, y si logra abrirse un camino queda a la deriva y huérfano de ningún apoyo gubernamental.
Hace unos días, sin embargo, se ha dado una maravillosa excepción a esa fatalidad, publicándose en formato físico (cosa aún más maravillosa, teniéndose en cuenta las dificultades que impuso la pandemia y la consecuente digitalización de gran parte del mundo editorial) un libro que reúne los manuscritos del poeta, pensador y político paceño Franz Tamayo Solares. El libro titula Authencia Americana.
Uno de los compiladores, Alejandro Mérida, fue mi compañero en la carrera de Historia, en mi efímero paso por la misma. Con él me comuniqué, ya hace un buen tiempo, sobre el trabajo que estaba realizando. Por esa época, yo frecuentaba la casa de mi amigo Rolando Diez de Medina, quien me enseñó el epistolario de su padre, en el cual había varias cartas de Franz Tamayo. Y con Alejandro intercambiamos unas pocas impresiones sobre lo que había sido la relación del poeta y pensador de La Prometheida y el biógrafo y escritor del Nayjama.
Ya tengo el libro en mis manos, y puedo decir que es un alarde de preciosismo editorial. El cuidado de la edición es loable, al igual que la selección de textos que acoge el volumen. Me lo entregó Pedro Aliaga, otro de los compiladores, un joven historiador muy versado en la vida de Tamayo y su obra literaria y política. Cuando charlé con él por unos minutos nada más, me di cuenta de que era un verdadero especialista en Tamayo. Tuvimos una charla intensísima, en la cual le compartí algunas impresiones de la obra poética tamayana, la cual estudié con dedicación en mi mocedad dada mi rendida admiración por el bardo andino.
Cuando se fue, comencé a hojear el libro, y al hacerlo me acordé de mi carísima amiga Regina P. Tamayo, prematuramente fallecida en enero de 2018, estando yo en Medio Oriente. Ella me solía mostrar y obsequiar algunos objetos de su abuelo, que ahora conservo como reliquias. Conversábamos largamente sobre lo que había significado su abuelo y teníamos en mente algunos proyectos culturales para que se difundiera su obra. Además, me confió la edición de un libro que había escrito sobre la vida de Tamayo, con muchos datos y documentos inéditos que aún no fueron develados por los biógrafos. Terminé la edición del voluminoso texto (algo así como 500 páginas) a fines de 2017, pero la mano helada de la Parca hizo que el libro jamás se publicara. (Espero que en algún momento esa obra pueda ver la luz).
Authencia Americana reúne poemas dispersos en anotaciones y publicaciones periodísticas, una tragedia lírica inconclusa, ensayos políticos y filosóficos y manuscritos rarísimos referentes, sobre todo, a lingüística comparada y etimología y filosofía aimaras. Los compiladores tuvieron la atinada idea de incorporar en el libro los facsímiles de los manuscritos originales, para la interpretación o exégesis de los investigadores, pues muchas de las palabras han quedado indescifrables; develarlas es tarea del paleógrafo.
Todavía no he terminado de leer el libro, pero estoy listo para estudiar esa poesía no escrutada aún, en la medida en que mis modestos recursos literarios y culturales me lo permitan. Pues poesía sapientísima no se deja asir por la mente humilde de un diletante de las letras. Solo sé que Tamayo es grande. Pero a veces comprenderlo es muy difícil. Su verso sigue siendo el gran arcano del Ande. Como él mismo escribió en sus Proverbios: “Los grandes hombres y sus obras son como las altas montañas: nadie las ignora, y sin embargo pocos subieron hasta ellas”.
Ignacio Vera de Rada es profesor universitario.