Resulta curioso, sino sospechoso, cómo los medios de prensa, especialmente los de nuestra región, se abstuvieron de publicar la apoteósica, como multitudinaria manifestación de apoyo que su pueblo le rindió al presidente brasileño Jair Bolsonaro, realizada el sábado 8 de mayo en Brasilia, capital de ese país.
Considerando la liberal, como ultraderechista posición con la que los grupos de ultraizquierda del Foro de Sao Paulo insisten en etiquetar al actual mandatario brasileño, la concentración a la que nos referimos reviste singular simbolismo e importancia ya que, de hecho, rechaza ese tipo de marbetes por la simple y llana razón de haber sido espontánea y libre de ese acarreo de gente, como se suele dar en nuestras ciudades.
Con el objeto de aclarar dicho extremo, nos referiremos a la construcción misma de Brasilia en tiempos del presidente Juscelino Kubitschek, donde intervinieron razones y propósitos de muy legítima consideración, como el geopolítico, que fue el de ubicar la capital en el centro del enorme territorio, y hacerla equidistante a sus 26 Estados con el Distrito Federal, por una parte. Luego, el poblar una zona de la Amazonia que fue abandonada desde la fundación misma del Brasil.
Esa nueva ubicación céntrica, pero un poco lejana al mismo tiempo, por la extensión casi continental del país, le dio a la creada capital un carácter muy poco accesible por las distancias; de muy poco atractivo turístico y, como Washington en los Estados Unidos, de vivienda casi exclusiva a funcionarios del gobierno federal, a diplomáticos y otros ajenos a otra actividad que no sea la señalada.
Asimismo, la ubicación poco accesible a dicha capital, la hace muy poco atractiva al asentamiento de conglomerados humanos de distintas actividades, donde la organización de manifestaciones y concentraciones políticas, como las que padecen La Paz, Bogotá, Santiago de Chile, Lima, Quito, etc., por dar algunos ejemplos, son casi imposibles, de ahí que es sorprendente que una manifestación de apoyo al controvertido mandatario brasileño, tan numerosa y de más de un millón de seres humanos, se haya podido realizar sin cobertura mediática de ninguna índole y obviamente menos, sin el subsidio de los organismos del crimen organizado que se mueven como peces en el agua, en medio de las favelas de Rio de Janeiro o Sao Paulo, o en las zonas deprimidas del Nordeste brasileño.
Este fenómeno nos induce a suponer y confirmar la gran polarización existente entre las mal llamadas fuerzas de izquierda, alimentadas por grandes intereses del crimen organizado internacional, y aquellas que inocentemente creen en una democracia permisiva que le hace juego a esta patraña.
El no revelar una realidad como ésta, sólo contribuye a repetir el fenómeno que nos sojuzgó durante los últimos quince años y estar condenados a vender el alma al imperio chino, ruso, iraní u otra potencia que puso los ojos en nuestra desgraciada Patria. Hagamos como en Madrid, donde el pueblo renunció a ser un rebaño de borregos, expulsando a los impostores populistas de la izquierda, considerando que, cuando se despintan las promesas y los falsos enunciados, se inicia la construcción del desarrollo, sin necesidad de sentir el amor de lejos.