Experiencias de siempre dan cuenta de que ante el arribo de nuevos funcionarios a cualquier dependencia ministerial o de cualesquiera instituciones, no faltan quienes denuncian hechos anómalos sucedidos y a sus posibles autores. Cada denunciante aporta detalles poco o nada ilustrativos sobre lo narrado y “aconseja” investigaciones. Lo extraño es que esas personas, generalmente sin principios ni intenciones limpias, dan lugar a creer que lo expresado como aporte al nuevo funcionario carece de veracidad y llama la atención que en el momento de los hechos narrados no se haya denunciado el o los delitos cometidos.
Normalmente, para quienes asumen cargos, parece que lo narrado por antiguos funcionarios es verdad y no comprenden que son hechos contados solo para lograr algún rédito o beneficio o, simplemente, como acto de venganza; pocas, muy pocas veces se supo que hayan sido probados los cargos y los autores juzgados; generalmente se trataba de cuestiones falsas, imposibles de ser llevadas a estrados judiciales por falta de pruebas; pero, la ansiedad de conocer lo ocurrido y la curiosidad dan lugar a que el nuevo funcionario crea que “debe adoptar medidas y encomienda a comisiones la investigación” que, normalmente, nunca da a conocer resultados de los encargos recibidos. Son, pues, la falta de visión y la creencia de que se obre con la verdad factores que dan lugar a injusticias y pérdidas de tiempo.
Es muy importante que la asunción a un cargo implique la condición de prevenir al personal sobre lo que vaya a hacer o decir en relación con lo pasado, que cualquier comentario o suceso sea hecho munido de pruebas creíbles; que de ningún modo se dará crédito a chismes o cuentos interesados en satisfacer conveniencias de nadie; que todo debe ser respaldado con pruebas irrefutables y que no dañen impunemente la dignidad y honor de ninguna persona.
Las funciones y deberes a cumplir por todo funcionario estarán seguras en tanto el titular actúe con seriedad y ajuste sus actos a la verdad; esta conducta dará lugar a un trabajo eficiente y responsable, sin dar lugar a ser instrumento de posibles revanchismos o cuestiones interesadas. El servicio a la nación, desde cualquier puesto público o privado, debe ser honrado y responsable, debe munirse de una sana intención de servicio y no ser motivo, causa o efecto, de intereses o conveniencias creados que no siempre se asientan sobre bases reales, ceñidas a la verdad.
Denuncias que debieron producirse en su momento
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