domingo, noviembre 17, 2024
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El Manifiesto Fernandista del 25 de Mayo de 1809

Parte I

El enfoque del presente análisis se centra en resaltar los sucesos en las colonias americanas y particularmente en la Audiencia de Charcas, como consecuencia de la crisis de la monarquía española y la prisión del rey Fernando VII en Bayona, a raíz de la invasión napoleónica el 2 de mayo de 1808, que causó estupor a las autoridades civiles y eclesiásticos.
La discusión se centró en torno a la ilegalidad de la invasión de Napoleón, viendo como una usurpación violenta y advirtiendo con no reconocer a otro rey que no fuera Fernando VII.
El Manifiesto Fernandista emerge de los gobernadores, virreyes, intendentes, audiencias, cabildos y consulados de América, como una respuesta al pánico que sentían como élite y la manera de evitar era ayudando con aportación de donativos a los españoles para expulsar a los franceses, expresando frases ofensivas y de odio para Napoleón, calificándolo de ser el más pérfido y cruel de los tiranos, y otras muy efusivas para el monarca cautivo, víctima de la dominación francesa. Imploraban ayuda de Dios para salvar al deseado Fernando VII, rey de España y de las Indias. Defendiendo con mucho fervor al monarca cautivo, por considerar que la soberanía residía en el reino español y no plantearon que la soberanía era un derecho de los pueblos.
En ese período histórico hace su aparición el arequipeño José Manuel de Goyeneche y Barreda, personaje de la historia hispanoamericana, atrabiliario y déspota. En medio del caos y desorden que impera en la península hace gala de su presencia en Madrid, observando impasible a la incipiente corte de José Bonaparte.
Seguidamente se presenta en Sevilla, donde atrae la voluntad de la Suprema Junta Central, que lo considera un posible árbitro de los destinos de la colonia, por su condición de americano perteneciente a una rica y tradicional familia, recibiendo la misión de obtener la obediencia de América a su autoridad, y el ascenso al título de Brigadier General del Reino.
Al retornar de su larga navegación entre Cádiz y Montevideo, en la fragata “Nuestra Señora del Carmen”, como agente plenipotenciario de la Junta Central de Sevilla, llega a la Bahía de Río de Janeiro, para el encuentro de doña Carlota Joaquina de Borbón (casada con don Juan VI de Portugal), hermana mayor del monarca cautivo Fernando VII, hijos de Carlos IV y María Luisa de Parma. La Corte Lusitana se halla a la sazón en Río de Janeiro, donde doña Carlota Joaquina tiene un plan para salvar la monarquía, haciendo valer sus derechos eventuales de aceptar la regencia y gobernación de los dominios españoles de América, que no supo conservar su hermano. Por tanto, no traicionaría a la monarquía ni a la Junta Central de Sevilla, por ser una nobleza americana instituida en el clero americano sumiso y obediente a la nueva corona. El mismo que fue pronunciado mediante la carta fechada el 9 de agosto de 1808, en la que desaprueba la abdicación de su padre, el rey Carlos IV, a favor de su hermano Fernando VII, así como la invasión Napoleónica.
Ahora Goyeneche emprende su nueva campaña Carlotista, reconociendo a la princesa mediante la carta fechada el 10 de septiembre de 1808. “La nación española a quien V. A. pertenece a por los vínculos sagrados e imprescriptibles que le dan derecho al trono en falta de su Augustos Hermanos, me ha enviado a la América Meridional…”. Inició su misión entregando los pliegos que ha llevado de la corte fluminense para el Gobernador don Francisco Xavier Elio y para el Virrey don Santiago Liniers, y despliega a los cuatro vientos su campaña Carlotista.
En américa se sabe que Goyeneche es el paladín de las aspiraciones de la princesa Carlota, y hace partícipe de sus ideas al presidente García Pizarro y al Arzobispo Moxó. Al llegar a La Paz, recibe entusiasta acogida del pueblo, y el obispo La Santa le da hospedaje en el palacio episcopal, y por dondequiera que va el caudillo arequipeño, gana adeptos para doña Carlota, que ve crecer su partido y se siente ya regente, gobernadora, y tal vez emperatriz de Sudamérica.
Sin embargo, el Virrey Liniers mantuvo en absoluta reserva el proyecto de Goyeneche, por ser un acto odioso buscar ser súbditos y vasallos de la monarquía portuguesa, ante la existencia de un espíritu de enemistad abierta por causas de intrusiones y usurpaciones territoriales fronterizas. Así, Liniers demostró una vez más su fidelidad a su legítimo soberano rey cautivo, al contestar a la princesa Carlota; “Morir en defensa del augusto hermano de V.A.R., el señor don Fernando VII, y no obedecer jamás a otra dinastía……”.

El autor es Abogado.

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