El tráfico en internet ha experimentado un incremento por las medidas de confinamiento destinadas a frenar la expansión del coronavirus. Este crecimiento se debe principalmente a que una parte de la población ha comenzado a teletrabajar desde casa, a estudiar, a dedicar su tiempo a juegos en red, además del mayor consumo de los populares servicios de streaming de video. Esto provoca que los servidores de todo el mundo estén recibiendo muchas más peticiones de las que procesan normalmente.
El funcionamiento de internet se basa en una serie de nodos globales, interconectados mediante grandes cables transoceánicos, que canalizan el tráfico de los usuarios a través de la red mundial. Estos nodos y cables conectan a los usuarios con los servicios que ofrecen las empresas de Internet a través de sus centros de datos. Estos centros de datos pueden estar situados a miles de kilómetros de distancia del lugar desde el que estamos enviando un correo electrónico o viendo una película en línea.
¿El hecho de que las conexiones a internet se hayan incrementado, significa que internet podría llegar a colapsar? No, la red de internet global es una red extremadamente grande y robusta precisamente para evitar cualquier riesgo de dejar de funcionar. Si un nodo o un cable transoceánico llegan al límite de su capacidad, el tráfico se desvía a otras infraestructuras similares para mantener el servicio. Sin embargo, sitios web, plataformas y aplicaciones pueden verse afectadas ante el cambio en el modelo de vida actual.
Por tanto, lo que este aumento de tráfico está provocando no es que nos quedemos sin conexión a internet, sino que se produzcan cuellos de botella puntuales provocados por la carga adicional de los servidores y, en algunos casos, la necesidad de desviar el tráfico mediante otros segmentos de la red con menos saturación, lo cual incrementa la latencia o retraso de la red.
Como usuarios, lo que percibimos es simplemente una disminución de la velocidad de nuestra conexión, en función del servicio al que estemos accediendo. Esto puede resultar algo molesto y desesperante, es decir, que algunos servicios que son muy exigentes en cuanto al consumo de datos presenten mucha latencia o retraso, como por ejemplo las videoconferencias, que ahora son muy utilizadas en la educación, los videojuegos, y otros.
Para poder adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores, las empresas operadoras de telecomunicaciones tendrán que realizar inversiones en su infraestructura para soportar las conexiones, a fin de mantener la calidad en su servicio y puedan satisfacer las nuevas expectativas de consumo de los usuarios.
Genoveva Miranda Rojas, Licenciada en Informática.
Beba_geno2@hotmail.com