Se ha comprobado en todo el mundo que cualquier descuido en los cuidados que se debe tener para evitar contagios del virus, indefectiblemente surge la pandemia y ataca a grandes cantidades de gente. Estar desprevenidos, indiferentes al virus, creídos de sentirse liberados por haber recibido la primera vacuna, da lugar al surgimiento de confianzas que no corresponden porque el virus está siempre atento al mínimo descuido para invadir terrenos que considera limpios y pueden ingresar en la pandemia. Esta es realidad que se ha comprobado también en nuestro país; sin embargo, se hace caso omiso a las prevenciones y se expone la vida asistiendo a reuniones masivas, acontecimientos sociales, bodas y fiestas, se toma contactos con otras personas y se comparte optimismos que no corresponden. Todo ello implica una invitación para contraer el mal y cuando hay cuenta de ello ya es tarde y se siente mucho más cuando las consecuencias se presentan con gravedad, hasta extremos no previstos. Así es la “seguridad” falible del ser humano hasta llegar a la propia experiencia.
Es urgente que el caso del virus que da lugar a la pandemia sea tomado en serio, se debe entender que no es un estado gripal simple sino un mal que, de persistir, puede alcanzar dimensiones imposibles de cuantificar y menos de soportar para la mayoría de las personas y mucho más para mujeres, niños y ancianos, siempre expuestos a contraer todo mal. Creer que vivimos en tiempos normales es vivir de manera irresponsable, contrariamente a todo medio de salvaguardar la vida y, además, demostrar que la familia poco o nada importa. Si los componentes de una familia no observan los cuidados necesarios frente a la pandemia, querrá decir que toda manifestación de cariño es falsa, es hipocresía y dureza de corazón y sentimientos.
La familia es base y sustento de la vida, que debe ser cuidada y preservada de todo mal. Quienes arriesgan su seguridad y obran en sentido contrario a los cuidados que se debe observar, pecan de deshonestidad y falta de sentimientos; son personas ajenas a toda posición y condición de amor que debe reinar en cualquier comunidad de personas que están comprometidas en una lucha en contra del coronavirus, que se ha convertido en el mayor enemigo de la humanidad. Hace pocos días, estudiosos del problema viral han sostenido que “nuevas cepas están al asecho” y nada raro sería que se expandan en todos los continentes porque “precisan espacios de expansión” y no hay mejor terreno que los cuerpos humanos, que a más de ser amplios cuentan con el apoyo casi incondicional de quienes no aceptan cuidarse ni preservar la salud y vida de sus familiares y los tienen en exposición, a disposición del virus.
Falta de cuidados asegura contagios
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