domingo, julio 7, 2024
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El Manifiesto Fernandista del 25 de mayo de 1809

 Parte II

Al concluir el año 1808, en el sentimiento monárquico se avizora un cambio sustancial en la orientación y empieza a inquietarse Goyeneche, y se debilita su fe en el plan de Río de Janeiro, ante la resistencia de las poblaciones americanas que advierten al proyecto Carlotista como una traición al infortunado y amado rey Fernando VII. En 1809, sus sueños se han esfumado y doña Carlota Joaquina no ofrece ya un porvenir seguro, y de nuevo se inclina hacia la Junta Central de Sevilla.

En tanto, en Alto Perú ha fructificado la semilla de la desconfianza en Goyeneche, García Pizarro, arzobispo Moxó, el obispo La Santa, los intendentes Dávila y Sanz, por ser los traidores que pretenden entregar los dominios de España a Portugal. Justamente algunos españoles apoyan la regencia de la princesa Carlota, y la mayoría se aferran al amado rey cautivo para prolongar el vasallaje de las colonias.

Por su parte, Boeto, presidente de la Academia Carolina, dependiente de la carrera de Derecho de Universidad Real Pontificia San Francisco Xavier –donde se formaron los doctores patriotas–, insinuó las intrigas de Goyeneche, comprometido con la Junta Central de Sevilla y con la causa de doña Carlota, manifestando su descontento. Y es oportuno proclamar la caducidad de la monarquía española ante la invasión francesa, así se organizaron en dos bandos: unos para obedecer al presidente Ramón García Pizarro y al arzobispo Benito María Moxó y Francoli; y otros a la Universidad y a la Audiencia que se acercan a la opinión popular para formar juntas provinciales en semejanza a las juntas de España y de Montevideo.

En efecto, Gabriel René Moreno sustenta el perfecto silogismo: “Los americanos deben obediencia al rey; es así que no hay rey, luego son libres”, debido que en Alto Perú la fricción que existían entre peninsulares y criollos habían alcanzado niveles alarmantes, y era necesario romper los vínculos del soberano con sus súbditos.

La voz de los descontentos oidores José Agustín de Ussoz y Mozi, José Vásquez Ballesteros, fiscal Miguel López Andreu, hermanos Jaime y Manuel Zudáñez, Mariano Michel, el argentino Bernardo Monteagudo, Juan Manuel y Joaquín Lemoine, francés José Civilat, los Mercado, Carvajal, Prudencio y otros inspirados por las nuevas ideas de la revolución, dirigieron el manifiesto Fernandista en contra de las aspiraciones de la princesa Carlota del Brasil y reina de Portugal, que procuraba apoderarse de las colonias sudamericanas.

Es así que los criollos y mestizos mostraron una vez más su fidelidad al rey cautivo, defendieron en el fondo la tradición monárquica, ratificando así su lealtad a la corona española, a un rey lejano que no conocían.

Al respecto el historiador americano Bartolomé Mitre, en su gran obra “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”, refiere a “La docta ciudad de Charcas o Chuquisaca, fue la primera que dio la señal de la insurrección, el 25 de mayo de 1809, aunque sin levantar resueltamente el estandarte de la reforma”.

Asimismo, el ilustre historiador boliviano Gabriel René Moreno sostiene que el alzamiento contra la dominación peninsular en 1809, fue encabezado por oidores españoles, “en odio personal al presidente de Charcas y al Virrey de Buenos aires”, “Tan suicida como fecundo fue aquel atentado”, de encaminar el entregar a los portugueses. En efecto, los mismos oidores españoles cayeron en el lazo de los Zudáñez y se hicieron patriotas sin saberlo, al estallar el pronunciamiento del pueblo de Chuquisaca el 25 de mayo de 1809, con el grito de ¡Viva el rey Fernando VII!, el propio subdelegado de Yamparáez, el español Álvarez de Arenales, tomó el mando de las milicias organizadas en La Plata.

El Manifiesto Fernandista, que podía haber sido más categórico, se soslayó un tanto en su intención, mimetizándose en un supuesto apoyo a las autoridades constitucionales de la metrópoli. De ahí que la intentona del 25 de mayo de 1809 tenga una relativa trascendencia en el historial de la independencia americana, sin desconocer las fuerzas ocultas que impulsaron al pueblo de Chuquisaca a pronunciarse contra sus autoridades de la Real Audiencia.

 

Bibliografía consultada:

FINOT Enrique, Nueva Historia de Bolivia (Ensayo de interpretación sociológica), Publicaciones de la Fundación Universitaria Patiño, Imprenta López – Buenos aires, 1946.

SANTA CRUZ Víctor: Historia Colonial de La Paz. Editorial Universo, La Paz – Bolivia, 1942.

CARRASCO Manuel: Pedro Domingo Murillo, Abanderado de la Libertad, Editorial Ayacucho S.R.L., Buenos Aires – República de Argentina, 1945.

ARGUEDAS Alcides, Historia General de Bolivia, Librería Editorial “Juventud”, La Paz – Bolivia, 1984.

PAZ Luis, Historia General del Alto Perú, Hoy Bolivia, Tomo I, II, Imprenta “Bolivar”, Sucre 1919.

 

El autor es Abogado.

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