La invitada de hoy en Cvltvral es una gran bailarina cuya vida siempre ha estado orientada hacia el arte desde muy pequeña. Ya hace algún tiempo reside en tierras germanas dejando en claro que los artistas bolivianos brillan en cada rincón del globo. En esta agradecida exclusiva conocemos más de ella… sean todos bienvenidos al show.
¿Quién es Diana Mora?
Una mujer llena de contradicciones. Alguien que disfruta mucho de su soledad, pero que también necesita gente alrededor suyo. Apasionada y agresiva, introvertida y extrovertida, “old school” y progresista, políglota incomprendida que busca entender al mundo y a sí misma.
Alguien difícilmente predecible, incluso para mí misma.
¿Cómo llega el baile a tu vida?
Siempre fui muy tímida de pequeña, no tenía muchos amigos, hasta que en la kermesse de mi kinder nos hicieron bailar folklore. Desde entonces la danza fue mi amiga con la que podía expresarme sin tener que hablar. Lo hacía sola en mi cuarto donde nadie me podía ver. Pero el ballet llegó para concretar mi amor por la danza cuando tenía 6 años y vi por primera vez el “Lago de los Cisnes” en el Teatro Municipal.
¿Tienes habilidad para otras prácticas artísticas?
Un poco para el diseño gráfico (aunque no sea arte) y la pintura. Me gustaría tener más habilidades para la música pero lamentablemente no es el caso.
¿Hacer babkas cuenta como habilidad artística?
¿Bailar libera el alma?
Sí y no. En un principio cuando el cuerpo descubre la danza, claro que sí, claro que libera. Ya luego cuando uno quiere ir más lejos, adentrarse en técnica, entender que el cuerpo también debe ser educado (sea cual sea la danza que se practique), ahí claro es ya más difícil encontrar libertad cuando muchas reglas están escritas y, al mismo tiempo, uno alcanza libertad pura solo cuando aprende a controlar su cuerpo mediante la técnica y aprende cuándo también soltarlo, y eso ya depende de la unión entre el cuerpo y la mente. En el Ballet la disciplina es la base de la libertad. Y es una libertad ascendiente: saltos, giros, puntas, ligereza, cambreados de la parte superior del cuerpo etc., como una búsqueda de lo inhumano. Al contrario de otras danzas cuya libertad se encuentra más en el suelo y lo terrestre, más orgánicas. Me gustan todas, pero debo admitir que la búsqueda de la elevación (el ballet) es la que más libertad me ha dado, y la que más me ha hecho sufrir también. Actualmente sí puedo decir que cuanto más me adentro a los algoritmos corporales/mentales de la danza clásica, dejando de lado los aspectos superficiales de la industria del ballet, más libertad encuentro, pero esa libertad no es posible sin una intensa autoeducación y, por supuesto, mucha disciplina.
¿Qué es lo más satisfactorio de haber realizado tu carrera como bailarina?
Entender que para lograr lo imposible, hay que romper ciertas reglas y abrirse camino. Desde entonces escojo muy bien cuáles reglas romper, y con qué métodos.
Estar acostumbrada a no tener una zona de confort, haber conocido a bailarines con los que soñaba conocer y trabajar cuando era una adolescente y los veía en Youtube; y que ellos a su turno respeten mi trabajo. Tener una vida normal paralela a mi vida artística. Tener un techo aquí en Berlin, que pueda llamar hogar. Haber pisado escenarios como el Palais des Festivals en Cannes y la Deutsche Oper en Berlin. Y últimamente, entender que tengo mucha suerte de haber nacido en Bolivia, y haber estudiado ballet en Bolivia. Muy probablemente si hubiese nacido en Europa, no hubiera podido ser bailarina.
¿Dónde realizaste tus principales estudios en danza?
En la Escuela del Ballet Oficial de Bolivia y perfeccionando en Francia.
¿En qué momento y dónde empieza tu carrera profesional como bailarina?
En 2008, luego de graduarme de la E.B.O., empecé a trabajar en el Ballet Oficial de Bolivia, primero como practicante, luego como cuerpo de baile.
Tu actual residencia en Europa ¿Fue algo planeado o las cosas se desarrollaron posibilitando esto?
Fue parcialmente planeado. Mi sueño siempre fue Alemania, incluso estudié un poco de alemán antes de irme, pero yo estudié en el Franco Boliviano, y las puertas hacia Francia estaban más abiertas que para Alemania. Así que decidí partir a Francia primero, pero siempre con Alemania en mente. Luego de 5 años y medio de estudio/trabajo en Francia, la vida dio un giro muy inoportuno (o tal vez oportuno ahora que lo veo desde lejos), que hizo que tome mis maletas y me mudé a Berlín.
Tal vez fue mi deseo desde el fondo del corazón, el que hizo que el universo destruya todo lo que había construido en Francia para empezar de cero en Alemania. Y fue así. Empecé de cero una vez más.
¿Cuántas puestas en escena llevarás al momento en el Viejo Continente?
No sé, son muchas, se trabaja por temporadas, no llevo la cuenta.
¿De cuántos cuerpos de baile independiente has sido parte?
Independientes: 3
estatales: 3
¿Cuál es tu mayor virtud como bailarina?
Si se trata de virtudes técnicas, podría decir la musicalidad, los saltos, los allegros. Todo lo que implique rapidez. No soy Odette, soy más Kitri. Y de las virtudes personales como bailarina, pienso que la disciplina, mi curiosidad por la historia de la danza, mi voluntad de escribir e investigar sobre la danza y mi perseverancia, que a veces puede ser vista como testarudez, pero está bien, estoy en paz con esa etiqueta. Soy extremadamente exigente conmigo misma y los demás. Bueno tal vez eso no siempre sea una virtud.
¿Cuánto te ha afectado la pandemia a nivel profesional y personal?
Los teatros están cerrados desde hace más de un año. Pero honestamente la pandemia no fue del todo mala para mí. Estaba muy cansada. Ser bailarín independiente es difícil. Andar de contrato en contrato, siempre en la inseguridad. Antes de la pandemia se estaban desarrollando muchos escándalos en el teatro donde trabajaba. El ambiente era tenso, los bailarines profesionales en general tienen tendencias depresivas, y nosotros trabajamos con los cuerpos, entonces la energía negativa o positiva se siente mucho más potente. Antes de la pandemia había un malestar general, muchos bailarines somos propensos a problemas de salud mental por la presión de la industria y de nuestro trabajo.
Los primeros meses de la pandemia fueron un descanso para mí, me entrenaba sola en casa, leí muchas cosas que no necesariamente tenían que ver con la danza, conocí personas con las que hasta ahora tengo un vínculo de lucha, empecé a escribir mis propios proyectos etc.
Por suerte, el Gobierno alemán nos ayudó económicamente a los artistas independientes y nunca hubo toque de queda hasta ahora. Entonces económicamente me impactó poco, logré sobrevivir y no estuve nunca en una situación difícil. En el verano hubo trabajo y fue lindo disfrutar del sol, pero ya el segundo Lockdown fue más cansador. Los artistas necesitamos estar en escena, la danza es un arte que solo se puede apreciar de cuerpo a cuerpo, lamentablemente las peluquerías y los shoppings son más importantes. Pero siempre hay alternativas y a veces las restricciones nos vuelven más creativos.
¿Qué proyectos están en tu agenda para este veinte veintiuno?
Esta semana me confirmaron el financiamiento de investigación otorgado por el Gobierno Alemán. Fui una de las candidatas elegidas por el jurado, así que los próximos meses se verán llenos de investigación coreográfica. Complementaria a esta investigación financiada, estoy produciendo un sueño mío junto a otros artistas de otras áreas. Esto está todavía en incubadora así que todavía no revelaré detalles. Tal vez, dentro de esa agenda haya algún espacio para visitar Bolivia, pero eso no lo tengo planeado todavía, se lo dejo al viento decidir.