El anterior ministro de gobierno boliviano que hizo un escándalo tan grande como ahora Arturo Murillo se llamaba Antonio Arguedas Mendieta. En 1967 viajó por tres continentes llevando consigo el diario del Che Guevara después de haber ocultado en su casa las manos amputadas del guerrillero.
Le falta mucho a Murillo para igualar la espectacularidad del caso Arguedas: solamente viajó a Estados Unidos después de haber sido ministro de Jeanine Añez llevando consigo, amputado, el prestigio del gobierno de transición. Había cometido un hecho de corrupción por unos 2 millones de dólares, según lo sabe el FBI de Estados Unidos, donde está preso.
Robar 2 millones de dólares después de que el MAS había hecho el más grande festín del pillaje de la historia de Bolivia por miles de millones es, además de una tontera, un ridículo que, sin embargo, no sirve para exculparlo. Se dice que podría tener una condena de 20 años por lavado de dinero, aunque también se dice que podría pagar una fianza y salir en libertad, e incluso tener su «green card». Pero esto no sirve para mitigar la decepción que sienten muchos bolivianos.
Lo cierto es que, con este operativo, el FBI muestra que hizo una revisión de todo lo hecho en Bolivia desde el 12 de noviembre de 2019 hasta ahora que hubiera afectado a Estados Unidos por parte de funcionarios bolivianos.
El festejo del masismo no ha sido muy grande porque sus dirigentes sospechan que quizá ahora el FBI comience a mostrar, con acusaciones y capturas, cuánto sabe de los hechos ilegales cometidos por funcionarios bolivianos antes del 12 de noviembre de 2019.
El mensaje diría así: para que nadie diga que el FBI tiene antipatías políticas, aquí va una operación que lleva a la cárcel a un funcionario de un gobierno que no formaba parte del «eje de las autocracias». Y ahora viene el vendaval de acusaciones contra los que gobernaron antes de esa fecha.
Es decir que podría ser el momento en que otros corruptos, de otras preferencias políticas, pongan sus barbas a remojar, si las tuvieren. Agárrate, Catalina.
Esto quizá parezca una expresión de deseos, pero podría darse.
Por el momento, sigue quedando sin mácula el prestigio de la más grande gesta revolucionaria que vivió Bolivia entre el 20 de octubre y el 11 de noviembre de 2019. El derrocamiento de un dictador corrupto y degenerado, además de su cobarde fuga, es el mayor motivo de orgullo de todos los bolivianos.
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