Cuando las relaciones diplomáticas se encuentran en manos inexpertas, los resultados son negativos para los Estados y sus pueblos.
Los Piqueteros
En Argentina surgió a finales del Siglo XX un movimiento social de personas desocupadas, que se organizaba en piquetes para bloquear calles y avenidas a cambio de prebendas económicas. A partir del gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) se recompensó a este movimiento con “planes sociales” (bonos económicos). Se impuso el clientelismo político a través de la distribución de bonos estatales. El efecto fue que se generó un masivo ejercito de desocupados, que viven de recursos del Estado, sin la necesidad de trabajar y se han convertido en los grupos de choque del movimiento kirchnerista. Varios dirigentes de los piqueteros fueron nombrados en cargos públicos durante los sucesivos gobiernos kirchneristas desde 2003 hasta la fecha.
Las relaciones internacionales en manos de comisarios políticos
Los gobiernos del Grupo de Puebla no se caracterizan por tener servicios diplomáticos profesionales, sino equipos de comisarios políticos y agitadores de plazuela. Ellos deben repetir consignas y slogans, presentar un mundo imaginario entre los buenos, ellos, y los malos, los otros.
No se imaginan que la política internacional es una ciencia y que la diplomacia está al servicio de los intereses de los Estados, no de los gobiernos. No comprenden que a través de la diplomacia se debe buscar la convivencia pacífica de los Estados y de los pueblos del planeta, y que ésta es la última instancia para alcanzar la paz, cuando los Estados se han declarado la guerra.
Los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas han regulado las relaciones diplomáticas a través de la Convención de Viena de 18 de abril de 1961, instrumento del Derecho Internacional Público, mediante el cual se establece las funciones de una misión diplomática en el artículo 3, que consisten principalmente en:
“a. Representar al Estado acreditante ante el Estado receptor.
- Proteger en el Estado receptor los intereses del Estado acreditante y los de sus nacionales, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional.
- Negociar con el gobierno del Estado receptor.
- Enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los acontecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado acreditante.
- Fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor”.
El artículo 41 de la misma Convención establece claramente:
- “Sin perjuicio de sus privilegios e inmunidades, todas las personas que gocen de esos privilegios e inmunidades deberán respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor. También están obligados a no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado”.
Un piquetero kirchnerista como “Embajador”
El actual Embajador de la República Argentina en Bolivia, Ariel Basteiro, ha declarado en las últimas horas, que en Bolivia hubo un golpe de Estado en noviembre de 2019 y que el gobierno de la Presidente Constitucional de Bolivia, Jeanine Áñez, en un año, fue igual a los cuatro años del presidente Mauricio Macri en Argentina. El cherry de la torta fue su afirmación, “que no se debe perder de vista que hubo involucradas en el golpe embajadas de terceros países, embajadas europeas, de EEUU, y en primer lugar la OEA (Organización de los Estados Americanos), que no deja de ser un apéndice del Departamento de Estado, hoy por hoy».
Naturalmente, se nota claramente que este “embajador” no tiene la menor idea de lo que significa ser jefe de una misión diplomática. Su hoja de vida demuestra claramente esta afirmación, su gran carrera “en la política internacional” se inicia como piquetero en un sindicato y así llega luego a ser “diplomático”. Naturalmente que su “carrera diplomática” estuvo caracterizada por actos irregulares de extensión de visas y franquicias a personas que no tenían derechos a esos privilegios.
Como diplomático profesional del Servicio Exterior de Bolivia y Profesor Emérito de la Universidad Mayor de San Andrés, así como ex Encargado de Negocios a.i. de Bolivia en Argentina, tengo la obligación de tratar de hacerle comprender a este “diplomático a la carrera” lo siguiente:
- Su misión debe ser “fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor”, de acuerdo con el artículo 3 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y no sembrar odio, resentimiento entre ambos países.
- Los gobiernos del Grupo de Puebla se caracterizan por violar las constituciones nacionales, el Estado de Derecho y el Derecho Internacional Público. En este caso, el piquetero Ariel Basteiro se inmiscuye en los asuntos internos de Bolivia, violando el artículo 41 de la Convención de Viena.
- Como buen comisario político repite consignas y slogans sin presentar pruebas, acusa a terceros países y organismos internacionales de participar de un supuesto golpe de Estado en Bolivia.
- Su incompetencia se manifiesta cuando afirma que en Argentina viven 1,5 millones de bolivianos, mientras que las estadísticas oficiales de ese país señalan que nuestros compatriotas no pasan de los 450.000 residentes.
Si el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia estuviese administrado por diplomáticos profesionales, habría convocado al “Embajador” argentino para amonestarlo por violar la Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas. Sin embargo, estoy seguro que le ofrecerá un gran banquete a Ariel Basteiro para alabar su gran “proclama revolucionaria contra el neoliberalismo latinoamericano”.
El futuro de la integración latinoamericana
La integración latinoamericana y especialmente la suramericana, ha sufrido un duro golpe desde el año 2000, cuando se crea el Foro de Sao Pablo, como respuesta de la izquierda radical latinoamericana a la caída del Muro de Berlín de 1989. Esta situación se agudizó en diciembre del año 2004, cuando se formó la Alianza Bolivariana de los Pueblos de las Américas – ALBA, entre Cuba y Venezuela e ideologizó las relaciones internacionales en nuestra región. Esta corriente política se refuerza con la creación del Grupo de Puebla, en julio de 2019.
Mientras los países del sudeste asiático se esmeran por integrarse y fomentan relaciones de cooperación, independientemente de sus diferentes sistemas políticos, logrando éxitos económicos y sociales; en América Latina el Socialismo del Siglo XXI trabaja para dividir a los países, a través de las famosas “grietas sociales” y sembrar el enfrentamiento entre nuestros Estados, con ideologías del Siglo XIX, producto de la I Revolución Industrial. El Siglo XXI es de la IV Revolución Industrial, de la inteligencia artificial, de la industria 4.0, de la economía del conocimiento, muy diferente a esas anacrónicas teorías de hace más de 150 años.
El gran teórico del realismo político, Hans Morgenthau, afirma que la diplomacia es el cerebro, así como la moral nacional es el alma del poder nacional de los Estados, por lo tanto, su servicio exterior debe ser altamente calificado y profesional.
Sin embargo, los servicios exteriores de los gobiernos del Grupo de Puebla están en una dura competencia para demostrar cuál es el mejor grupo de choque de la región. No hay mal que dure cien años, ni pueblos que lo resistan, por eso estoy seguro que, en un futuro próximo, la integración latinoamericana renacerá bajo la conducción de diplomacias profesionales y que las relaciones entre Bolivia y Argentina volverán a estar en manos de expertos en relaciones internacionales, en beneficio de ambos Estados y de sus pueblos.
Julio G. Alvarado A., candidato a doctor en Ciencia Política y Relaciones Internacionales; diplomático profesional del Servicio Exterior de Bolivia, Profesor Emérito de la Universidad Mayor de San Andrés.