¿Qué ha funcionado y qué no en la educación y la formación durante el confinamiento por causa de la pandemia? De entrada, atajamos el planteamiento de la pregunta que se articula en positivo: ¿Qué ha funcionado? Para contestar me parece interesante analizar primero, ¿funcionado para qué?, ¿con qué objetivo? Y claro, aquí difieren mucho los puntos de vista, según qué miembro de la comunidad educativa: la familia, los docentes o los estudiantes.
Volvemos, por tanto, a la clave positiva. Quiero pensar que el objetivo primordial de la educación, el objeto de nuestro trabajo y preocupación como docentes, de nuestro afán por mejorar y dar con la clave del éxito educativo, es el alumnado. Su desarrollo integral, como personas con pensamiento crítico, respetuosas y tolerantes, su bienestar social, personal, el potenciar su curiosidad y creatividad, la adquisición de conocimientos y desarrollo de sus capacidades… ¿Me estoy viniendo demasiado arriba? No, esto es lo trabajamos en la escuela. Desde el centro, con planes y proyectos, actividades extras, de convivencia o de intercambio, con la hoja de ruta del carácter propio del centro educativo y de cada docente en su aula. Cada uno con su formación, en su materia, con sus herramientas, sus limitaciones, sus «vicios» también, su toque personal y siempre con mucho corazón. Oiga, que no nos dé vergüenza, la educación la mueve el amor.
¿Qué pasa con todo esto en el confinamiento? Que nos pilló totalmente desprevenidos. Dejando de lado que no supimos si esto era para unas semanas o unos meses, pequeño detalle, ya que la incertidumbre es un elemento de distracción. Lo cierto es que cuando sucedió pensé “me he dejado las fotocopias en la mesa, y los materiales preparados en los cajones y yo ahora cómo trabajo con mis niños en sus casas, sin saber qué tienen, qué no». Nos separaba una distancia insalvable, básicamente la de no saber cómo estaban, cómo en casa con su familia, sin saber si teníamos posibilidad de vernos, si tenían conexión, dispositivo… Es más, es que yo mismo no sabía muy bien cómo contactar con ellos. Con mis niños. Reinventarse o morir, por nuestro trabajo y por los chicos, no podíamos dejarlos encerrados sin más. Volvemos al amor.
He comprobado a lo largo de mis años de profesor, más de 20, por los compañeros que he conocido en los distintos centros en los que he trabajado y por mis otras experiencias profesionales, que los docentes tienen un perfil muy similar, independientemente de la materia o el nivel que impartan. Hablo de docentes con vocación.
Así, concluyo que tenemos una magnífica capacidad de adaptación. Piensa, cuando a Jaimito esto no le sale o no entiende, cómo yo le daré cien maneras hasta que lo entienda, o si este año me toca esta aula con estos recursos, pongo patas arriba lo que tenía preparado, en un «plis».
También contamos con una enorme creatividad. Durante años dando la misma materia y nunca dos cursos fueron iguales, a la altura del 1 de septiembre la cabeza no para de inventar. Por inquietud, solemos buscar un “plus”, por eso organizamos un viaje con un montón de adolescentes, por lo que esto les aportará personalmente, o reorganizamos la clase distinta para ver si funciona lo que tanto me llamó a mí la atención. Generosidad, quizás esta sea la cualidad más notable de los docentes. Compartimos nuestras fórmulas magistrales, encantados y de forma desinteresada con nuestros compañeros. (Las redes han sido el remedio).
Con estas cualidades de serie: capacidad de adaptación, creatividad, inquietud y generosidad, lo de arrancar en el confinamiento fue solo cuestión de asumir la temporalidad. Así, los compañeros “se pusieron las pilas” en el tema de las competencias digitales, cada uno desde un punto de partida distinto, unos más cómodos que otros, unos más resueltos que otros, pero todos asumimos que había que hacerlo y lo hicimos, remangándonos y frunciendo el ceño. Compartimos fórmulas para clases online, maneras de grabar vídeos, actividades, formas de conectar con los chicos, saber de ellos…
Reitero que «En el confinamiento los docentes se pusieron las pilas en el tema de las competencias digitales, cada uno desde un punto de partida distinto, unos más cómodos que otros, unos más resueltos que otros, pero todos asumimos que había que hacerlo y lo hicimos”.
Aprendizaje por descubrimiento
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