miércoles, noviembre 27, 2024
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Todas menos una se sostienen por la espiga…

Muchos piensan que, al beber vino blanco, la copa debe ser sostenida por la espiga (tallo o fuste), y que cuando bebemos vino tinto, el cáliz debe reposar en la palma de la mano, y los más “innovadores” con la espiga entre los dedos centrales.

 

Una de las razones para cometer este error tiene como origen las películas que vemos con bastante frecuencia, donde los actores por alguna razón, creyendo ser muy respetuosos de los buenos modales y, sobre todo, la etiqueta, lo hacen de este modo, pero bueno, no todo lo que se ve tan elegante y lleno de glamour en la pantalla grande es correcto.

 

La copa de vino, independientemente de que sea blanco o tinto, nunca debe ser tomada por el cáliz.

 

Una de las razones es que corremos el riesgo de manchar la copa con la grasa natural de nuestros dedos y evidentemente sería de muy mal gusto ver una copa sucia, también tiene que ver con la temperatura adecuada del vino, que como sabemos el vino tinto se lo sirve a temperatura ambiente mientras que el blanco no. Esa es una de las razones para que las copas tengan tallo o espiga… para tomarlas de allí.

 

Según José Rafael Arango, renombrado sommelier colombiano, dice que hay tres formas de tomar la copa:

 

  • Quienes lo hacen de la base, entre los dedos índice y pulgar, son los “profesionales”.

 

Y es que evidentemente el pie o base de la copa está reservado únicamente para los expertos catadores, quienes, a través de esta forma de sostener la copa, entre otras cosas, pueden hacer movimientos especiales y darle el impulso circular que requiere para liberar todos sus aromas y así describirlo mejor.

 

  • Quienes la toman por el tallo o espiga, son los “conocedores”.

 

Los dedos Índice y medio deben estar por enfrente del tallo, el pulgar, el anular y el menique por detrás del mismo, de esta forma logramos hacer contrapeso para que no se nos vaya a voltear la copa de vino, principalmente si somos principiantes.

 

  • Quienes la toman del cuerpo o cáliz, son los “chicheros”.

 

La parte ancha o cáliz es el recipiente que contiene el líquido, pudiendo ser agua, vino, cava, champan, etc.

 

Si tomamos la copa por el cáliz o cuerpo, lo único que logramos es alterar la temperatura del vino con el calor propio de nuestra mano además de dejar nuestras huellas marcando toda la copa y como lo mencione antes, esta debe tener siempre un aspecto perfectamente transparente y prolijo.

 

La única copa que se “abraza” con la palma de la mano es la copa de coñac o brandy, en este único caso se cubre la copa con la mano para templar y mantener tibio su contenido.

 

Por supuesto esta copa es diferente, tiene la espiga mucho más corta y se la puede distinguir al tiro.

 

Si estamos en una cena, por ejemplo, antes de beber, es mejor limpiarnos los labios con la servilleta y así evitar dejar cualquier tipo de marca en la copa, pues debe permanecer siempre limpia y transparente. Al terminar de beber debemos hacer lo propio, utilizar la servilleta para limpiarnos los labios.

 

Muchas personas piensan de manera errónea que el dedo meñique debe mantenerse paradito o fuera, piensan que es lo correcto o peor aún que es una muestra de finura y/o delicadeza. Sin embargo, es todo lo contrario, jamás debemos mantener volando ninguno de los dedos cuando sostenemos una copa incluso cuando sostenemos tasas, vasos y cubiertos.

 

Si por mala suerte cae algo dentro de la copa, la mejor opción es pedir que nos la retiren y la cambien por otra limpia. No sería correcto ponernos a “pescar” (con los dedos o con un cubierto) el “objeto” que ha caído dentro de la copa, a menos que sea un objeto de valor sentimental o económico como un anillo, una sortija y, aun así, se lo deberá hacer en privado, nunca en frente de los demás.

 

Las copas, al igual que la servilleta y los cubiertos son de uso personal, jamás se deben compartir, dar de beber a otra persona de nuestra copa es poco apropiado.

 

Si hay un cambio de bebida lo correcto sería cambiar también de copa, de eso se encargará el anfitrión o en su caso el camarero o mozo, que es quien sabe la forma correcta en estos casos. Por otra parte, no es correcto trasvasar líquido de una copa a otra.

 

El maridaje puede ser por afinidad, contraste y complementación y sin el ánimo de ingresar en el campo reservado exclusivamente para expertos sommeliers, me atrevo a decir que el mejor maridaje es cuando la comida y el vino casan perfectamente en nuestro paladar, pero esa es una apreciación muy personal. Si como anfitriones hemos organizado una cena donde ofreceremos una pasta o alguna variedad de pescado, lo normal sería que lo acompañemos con un vino blanco, pero hay personas a las que no le gusta el vino blanco y prefieren el tinto… ¿Qué hacemos? Pues no lo vamos a obligar a respetar el maridaje convencional… ¿Verdad?

 

Por último, es de muy mal gusto sostener una conversación con una persona que se las da de experto conocedor de vinos y de estos hay muchos!

 

Estoy segura que la discreción y sencillez en las personas es lo más importante y un verdadero experto sabe dónde y cuándo hacer una demostración, eso es parte del saber ser y saber estar.

Georgette E. Bretel de Aliaga

Escritora y experta

Ceremonial, Protocolo,

Etiqueta y Comportamiento Social

www.facebook.com/Georgette.E.Bretel.de.Aliaga

https://Gebreteldealiaga.blogspot.com

GEORGETTE BRETEL, EXPERTA EN ETIQUETA

 

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