En 1893 el Astrónomo francés Camille Flammarion en su obra de ficción El Fin del Mundo, escribía: “Los hombres volverán a caer en la noche eterna, se producirá una elevación considerable de la temperatura y la humanidad morirá de calor y sequía.”
El sol es la estrella central del sistema planetario en el que vivimos, nos suministra una enorme cantidad de energía permanente en forma de luz y calor que hace posible la vida en todas sus manifestaciones, define el comportamiento de la atmosfera, el clima, los ciclos del agua, el oxígeno, el carbono y otros, es el sustento de todos los sistemas biológicos de la vida vegetal, animal y humana; la salud y el bienestar de todos los habitantes de la tierra dependen de la energía solar.
El sol, como todas las estrellas del universo, está en pleno proceso de evolución estelar, según los astrónomos, está en la fase denominada “Retardo Nuclear”. El sol es un gigantesco Reactor Nuclear de fusión, como resultado produce cantidades fabulosas de energía que se propaga al espacio universal como radiación electromagnética en forma de luz y calor.
En la superficie del sol se observa fenómenos violentos, protuberancias, erupciones, oscilaciones y manchas solares, estas son las manifestaciones más características de la actividad solar.
Se ha descubierto que las anomalías de la actividad solar varían periódicamente en intervalos de 11 a 17 años; ya en la antigüedad al percibir las manchas en la superficie del sol, suponían que eran anuncios de desgracias. En 1633 Galileo observó con su telescopio que las manchas solares aparecían y desaparecían, podían durar desde un día hasta algunos meses, modificando su forma y tamaño; hoy se sabe que durante la aparición de las manchas se emite en forma complementaria una enorme cantidad de energía en forma de radiación electromagnética. Es indudable que la actividad solar influye en la vida, la salud y los procesos vitales de todo ser viviente en la tierra.
En 1781 el astrónomo inglés William Herchell fue el primero en investigar la influencia de la actividad del sol en los fenómenos de la superficie y atmosfera de la tierra; ahora y luego de décadas de estudios e investigaciones, se espera haber obtenido el conocimiento para comprender la influencia del sol sobre las actividades de la vida de la humanidad. En estas observaciones se ha encontrado una relación sorprendente entre el incremento de la actividad solar y los brotes de epidemias y pandemias de ciertas enfermedades infecciosas.
En el año 1929 en la Unión Soviética, el científico A.L. Chizhevski investigó las relaciones de la actividad solar con los brotes de epidemias y pandemias, recopilando información y registros detallados de los brotes de enfermedades epidémicas que se han presentado en la historia, con resultados sorprendentes, de ocho plagas analizadas, siete han sido coincidentes con la actividad solar; por otro lado, una observación interesante es que todas las grandes pandemias se han originado en Oriente, para luego propagarse a Occidente.
Algunas referencias sobre plagas y epidemias registradas en la historia de la humanidad:
– En el año 430 A.C. una plaga infecciosa ataca a los habitantes de Atenas, causando la muerte del 20% de su población.
– En el año 166 A.C. una epidemia, se supone viruela, infecta a los ejércitos del Imperio Romano en Asia Oriental, se propagó hasta Roma causando la muerte de 2.000 personas por día.
– El año 541 N.E. surge una epidemia de peste bubónica en la capital Constantinopla, causa estragos durante dos años y mata a la mitad de su población.
– La peor pandemia de todos los tiempos en el año 1330 N.E. aparece en Asia Central, con una nueva cepa de peste Bubónica, en ese tiempo denominada Peste Negra y se propaga hacia Europa en 1347, causando la muerte de 25 millones de personas y un número igual en África y Asia, se estima que las victimas suman 70 millones de personas.
– La más grave después de la Peste Negra, ha sido la Pandemia de la Gripe Española, en 1918, causa la muerte de 30 millones de personas entre ellas 700 mil en los Estados Unidos.
– Ahora la COVID-19, ¿la más grande del siglo…?
Además de la COVID-19, hoy enfrentamos otra situación de alto riesgo, que amenaza la integridad y vida de la humanidad, el calentamiento global del planeta. Esta situación ha sido motivo de preocupación mundial, expresado en el Acuerdo de París 2015, que hace un llamado a todos los países del mundo para contribuir con sus esfuerzos para primero reducir y luego llegar a cero en las emisiones de gases de efecto invernadero y su principal componente, el dióxido de carbono, por el consumo de combustibles fósiles.
El Gobierno de Bolivia ha firmado y ratificado su participación en el Acuerdo de París sobre el cambio climático, que compromete a todos los firmantes a ejecutar acciones que corresponden para reducir y evitar en un mediano plazo las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas acciones deberían haber sido ejecutadas durante el año 2020, las mismas han sido postergadas por la Pandemia de la COVID-19.
A finales del presente año, en noviembre 2021, se efectuará la reunión del Acuerdo de París en la ciudad de Glasgow, Reino Unido; en la ocasión, se estima que serán conocidas y evaluadas las políticas y programas de los países participantes, además de los avances realizados hasta el presente, los que serán la base de futuras asistencias técnicas y económicas y de coordinación internacional de actividades sobre el cambio climático; se da por seguro que se impulsará el desarrollo y las aplicaciones de las Energías Renovables en todas sus manifestaciones.
Muchos países comprometidos con el Acuerdo de París ya han dado inicio a programas de uso racional en los consumos de electricidad, mediante acciones de Ahorro y Eficiencia Energética, con el objeto de bajar las emisiones de dióxido de carbono. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), el 53% de la electricidad producida a nivel mundial, se consume en el sector de las edificaciones, donde se debe dar inicio a las primeras actividades de control y reducción del dióxido de carbono.
Todas las edificaciones tienen similares características de uso y consumo de la electricidad en sistemas de iluminación, tracción, confort térmico, áreas comunes y otros servicios y necesidades en los que toda la electricidad requerida puede ser suministrada con sistemas fotovoltaicos.
Para el diseño y construcción en un futuro inmediato de edificios y urbanizaciones suministradas con energía solar, será necesario disponer normas, reglamentos técnicos y disposiciones legales que aseguren un uso eficiente y continuo de la radiación solar incidente.
En Bolivia se considera que es el momento oportuno para que las autoridades del sector Energía del Gobierno, inicien las acciones y consideraciones preliminares para los estudios de ingeniería referente a la generación de electricidad mediante las Centrales Eléctricas de Concentración Solar CECS; las Centrales Solares de Torre y las de Colectores Cilíndrico Parabólico, que están suficientemente desarrolladas y disponibles a nivel comercial y tienen una ventaja notable sobre los sistemas fotovoltaicos; se puede almacenar la energía para operación las 24 horas.
La continua quema de los combustibles fósiles sigue incrementando el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera; según registros en el año 1900 la concentración de dióxido de carbono ha sido del orden de 0.032%; al año 2000 ha sido de 0.038%; ya se registra un incremento promedio de temperatura del medio ambiente de 1°C. Según las investigaciones científicas, se estima que un valor critico sería de una concentración de 0.115%; valores mayores podrían producir recalentamiento excesivo del medio ambiente y ser motivo de alarma por un posible desborde del efecto invernadero.
El sol, la fuente de vida y salud de la humanidad, si no se actúa en forma oportuna e inteligente puede ser el verdugo.
Ing. Mario Guzmán Ortiz
Docente Emérito de la Universidad Mayor de San Andrés
Sociedad Internacional de Energía Solar
Asociación Boliviana para el Avance de la Ciencia