Nuestra invitada de turno en Cvltvral es una destacada artista musical cuyos estudios en la interpretación del violoncello y la investigación musicológica cultural la han llevado a descubrir nuevas culturas y conocer músicos de todo lado lo cual la hizo crecer como artista y persona, como ella asevera. Su principal formación tuvo lugar en Inglaterra y en esta exclusiva desde Ecuador, su actual lugar de residencia, nos cuenta sobre esta aventura musical que inició desde muy niña… sean todos bienvenidos al show.
¿Quién es Anahí?
Es una persona a la que le cuesta mucho definirse en palabras ja, ja, ja… soy una cellista boliviana que vive en Ecuador, a la que le gusta cuestionarse, encontrar alegrías en la vida. Soy un ser humano.
¿El primer instrumento que tuviste entre manos fue un cello?
No, no sé si cuenta pero fue un pianito de juguete que me regalaron una navidad, ahí aprendí a tocar los pollitos. Luego la flauta dulce, que aprendí a tocar antes que el cello. La primera vez que tuve un cello en las manos fue a mis 9, en la semana en la que nos mostraron muchos instrumentos para que decidamos qué instrumento queríamos empezar a tocar en 5to de primaria.
¿Cuáles han sido tus principales maestros e influencias musicales?
Absolutamente todos los profesores de cello que he tenido me han enseñado cosas indispensables. Mi forma de tocar es una mezcla de todas las enseñanzas que recibí de cada uno de ellos y de algunos maestros ocasionales y clases magistrales. En el lado de la investigación, la persona que me hizo interesarme por toda la parte cultural de la música fue mi profesor favorito de la universidad, Ian Biddle, y mi tutora de investigación el último año, Kirsten Gibson.
¿Cómo se dio la oportunidad de cursar tus estudios musicales en Inglaterra?
Al principio mi plan inicial era irme a Estados Unidos pero necesitaba mejorar mi inglés y por razones del destino terminé yendo a Londres para pasar clases de inglés y de cello. Pero estando allá preferí quedarme y averiguar mis opciones en el Reino Unido. Terminé entrando a Newcastle University, en el noreste de Inglaterra, que es universidad bien rankeada y conocida por tener una facultad de investigación bastante diversa y poco conservadora. Gracias a eso tuve la oportunidad de extender un poco mis horizontes y no solo concentrarme en la interpretación del cello. Luego me fui un año a Leeds College of Music donde me concentré solo en tocar cello y tuve el lujo de pasar clases con Alfia Nakipbekova, una cellista de Kazajistán que fue alumna del maestro Rostropovich. En mi caso fue como que todo fue tomando forma poco a poco y fui moldeando mi experiencia musical.
¿Qué tan diferente se pondera la carrera profesional de música en el viejo continente?
Creo que la diferencia con carreras no tan convencionales como la música es que hay más oportunidades afuera, más variedad y la posibilidad de elegir diferentes rumbos porque la carrera musical está más establecida en países europeos. Lo más diferente para mí fue el sistema educativo en general, que, en varios países europeos, Inglaterra incluido, es más autónomo.
En todo caso, en mi opinión a lo largo de estos años muchos músicos han estado trabajando muy duro para crear más opciones educativas a nivel superior en Bolivia, casi desde cero, con muchos miramientos y poca ayuda estatal. Las opciones nacionales no son malas y van a seguir mejorando si todos siguen trabajando para que esto suceda. Tener la oportunidad de estudiar en el extranjero es genial y super provechoso, pero me parece mal endiosarnos por eso, sobre todo tomando en cuenta que conozco músicos excelentes que se han formado en Bolivia.
¿Qué buscas expresar mediante tu música?
Lo que busco es más bien compartir una experiencia. Se denomina “música clásica” de forma genérica a un repertorio inmenso de cientos de años, estilos, diversas zonas geográficas y contextos, así que lo que uno quiera expresar varía dependiendo el repertorio. El ideal para mí como intérprete es poder compartir un pedazo del compositor, otro mío, compartir un viaje musical con el público. Es algo un poco abstracto, es un desconectarse momentáneamente de la realizad y simplemente vivir la experiencia auditiva y sensorial de la música. No es tan distinto a quedarse enganchado con la historia de un libro y no prestar atención al presente por un tiempo.
Sabemos que tienes un sinfín de presentaciones a lo largo de tu carrera ¿Cuál ha sido la más representativa para ti?
Una de las presentaciones más especiales para mí fue cuando tenía 15 años, en diciembre de 2008. Ese tiempo tocaba con una orquesta de cámara llamada Collegium Musicum y dimos un concierto en un museo de La Paz que incluía de repertorio la Serenata de Tchaikovsky para orquesta de cuerdas. Las sensaciones de ese concierto me hicieron empezar a considerar si quería dedicarme a la música. Otra experiencia menos sentimental pero muy linda fue haber tenido la oportunidad de poder tocar en The Sage Gateshead con la Orquesta sinfónica de Newcastle University. Es un teatro espectacular en el Noreste de Inglaterra.
¿Cuál crees que es tu mayor aporte a la música nacional?
Creo que por ahora mi mayor aporte nacional fue ser parte los gestores del proyecto Música para Respirar 24/7 junto con los otros miembros de La Sociedad Boliviana de Música de Cámara. Haber podido ayudar al bienestar de las personas durante la pandemia mediante la música y poner a Bolivia en el radar internacional de innovación musical es un logro muy grande. Este proyecto además nos ha ayudado como músicos a cuestionarnos todos los tipos de interacción que podemos tener con las audiencias y seguir trabajando en la democratización del arte.
Has cursado estudios en investigación musicológica cultural ¿Dónde planeas aplicar este conocimiento y qué tipo de aporte te gustaría dejar para la música latinoamericana en un corto plazo?
No tengo planes a corto plazo. Estoy muy interesada en abordar investigaciones sobre el rol de la mujer en la música clásica en América Latina; también en cómo descolonizarnos y reapropiarnos del rol de la música clásica en un contexto boliviano. Estos son temas super complejos y para aportar de manera activa tendría que instalarme en la academia regional, por esta razón es que aún no descarto la posibilidad de realizar un doctorado si se me da la oportunidad.
¿Qué proyectos tienes en agenda para esta segunda mitad del 2021?
Este mes de junio se esta llevando a cabo el Festival Música Ocupa en Ecuador y estoy formado parte de este en algunas de sus actividades. También estoy en unas jornadas de análisis filosófico e interdisciplinario de obras de Schubert, que culminará con una presentación de la música que hemos estado trabajando y compartiremos los resultados de nuestro trabajo.
Algo importante en mi agenda es seguir haciendo crecer la instalación artística de Música para Respirar 24/7. Justo este mes realizamos 40 conciertos a escuelas públicas de Boston, EEUU. Nuestra meta es poder seguir abriéndonos espacio en audiencias en Bolivia y América Latina que no tengan fácil acceso a la música clásica y seguir creando puentes entre músicos en distintos lugares del mundo y las nuestras audiencias.
En general mi plan es seguir involucrada en este tipo de proyectos, un poco fuera del mainstream de la música clásica, explorando las posibilidades que hay en el nuevo contexto en el que vivimos.
Checklist:
3 películas insoslayables:
– La lista de Schindler
– Kill Bill
– El Rey León
3 libros inolvidables:
– Saga de Harry Potter- J.K Rowling
– El amor en los tiempos del colera- G. García Márquez
– A room for one’s own-Virginia Woolf
3 músicos más admires:
– Steven Isserlis: cellista británico. El es uno de mis cellistas favoritos, me encanta su expresividad
– Camila Barrientos: clarinetista boliviana y cofundadora de la Sociedad Boliviana de Música de Cámara
– Taki Amaru: a ella la conocí recién este año. Tiene un proyecto hermoso llamado La Mafia Andina, donde rapea en kichwa
(en Ecuador se le dice así)
3 cosas imprescindibles en la vida:
– Viajes
– Chocolate
– Café