Últimamente, se ha visto al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en varios viajes reunido con otros altos dignatarios de Estado. En uno de los últimos, se lo vio al lado de personalidades como Boris Johnson, Ángela Merkel o la misma reina Isabel II en el Castillo de Windsor. Se trata de su primera gran gira internacional como presidente. Luego, publicó en su Facebook una foto de ese encuentro, en la que escribió: “La diplomacia está de vuelta”. Y es que probablemente su antecesor, Donald Trump, nunca tuvo como prioridad establecer una dinámica diplomática que permitiese visibilizar a la primera potencia mundial no solo como gigante económico, sino también como líder de la negociación, el diálogo y la conciliación. “Mi viaje a Europa es una oportunidad para que Estados Unidos movilice las democracias del mundo”, dijo Biden.
La gira, que hasta ahora ha resultado ser un éxito, dice bien no solo de los Estados Unidos, sino de todo el bloque democrático y liberal, el cual ha sido parte también de las visitas del primer mandatario americano. Las negociaciones diplomáticas en la era Trump, pues, no habían sido dejadas de lado solamente por rencillas políticas (a veces estúpidas), sino quizá también por simple indiferencia o falta de iniciativa. Además, las pocas que hubo produjeron serias fisuras en la credibilidad y la solidez que tenían los Estados Unidos en cuanto a capacidad de resolución pacífica de conflictos y diálogo.
Con 78 años de edad y una historia de vida por demás difícil, el hombre muestra un temple recio. Viaja y negocia. Alguien de su equipo próximo dijo: “Se ha preparado cincuenta años para todo esto”. Dejó su país con problemas, pues en las filas demócratas se presentan dilemas y discrepancias intestinas. Pero las negociaciones en Europa son alentadoras.
Se está negociando sobre temas de salud, ciberataque, seguridad y economía, pero lo más importante en diplomacia es la voluntad de marchar juntos en una causa común y el sentido de racionalidad y solidaridad. Probablemente la reunión más importante sea la del 16 de junio, en Ginebra, cuando Biden se reúna con Putin. Un antiguo alto miembro de la OTAN y ex diplomático estadounidense dijo, sin embargo, que a Rusia no le interesa poner en claro la amistad a la que eventualmente podrían llegar los dos países. Este aserto puede ser apoyado con que no se ha previsto una rueda de prensa entre los dos mandatarios luego de su encuentro.
Yo creo que las relaciones entre Estados Unidos y Rusia aún estarán en una constante tensión. Entre dos grandes signos de interrogación. Quizá sea verdad que al segundo país no le interese aclarar ni una amistad ni una enemistad, dado que en el tablero geopolítico cualquiera de las dos pueda serle perjudicial para algunas jugadas ulteriores.
En este tipo de encuentros tan importantes y delicados, a veces las menores señales son las más importantes y decisivas. Tal vez haciendo alusión a esto, y quizá inconscientemente, el mismo presidente Biden dijo a los periodistas que lo entrevistaron antes de abordar la nave que deberían “prestar atención a las cigarras”, luego de que una de ellas se posara en su codo hacía unos segundos y haciendo alusión también a aquellos insectos que invaden actualmente los Estados Unidos. Hace poco, un vuelo de los mismos periodistas que cubren la gira del presidente fue retrasado porque uno de los motores de la nave fue invadido por una nube de aquellos insectos alados…
Ignacio Vera de Rada es profesor universitario.