En una nota periodística de opinión nuestra de 20 de febrero de 2006, en estas mismas páginas del Decano de la Prensa Nacional, a los pocos días de instalarse en el poder el señor Evo Morales, hicimos mención a la visita que días antes había efectuado al país el sacerdote y politólogo Timothy Scully, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame (USA), quien en conferencias magistrales declaró enfáticamente: “Ya no son los regímenes militares la sombra del estado de derecho, es el populismo (…)”.
Ciertamente el populismo, como una desviación o errática forma de gobierno, se ha instalado en varias naciones, en especial de Latinoamérica, con rótulo del cambio a la izquierda y sobre las espaldas del pueblo empobrecido, cuyos resultados han sido la pobreza y mayor atraso.
Una de las características del populismo del Siglo XXI es, indudablemente, el nivel de mediocridad de los gobiernos que han establecido este modelo de gobierno. Partiendo de Nicaragua, pasando por Venezuela y remanado en Bolivia, y ahora el Perú, tenemos varios regímenes que tienen ciertas características comunes como: la exaltación del caudillismo; el autoritarismo; el control de todos los órganos o poderes del Estado; la no alternancia en el poder; la persecución y liquidación de toda forma de oposición o crítica, sea partidaria, de prensa o de opinión; un estatismo exagerado, la corrupción, odio, revanchismo y el empobrecimiento de sus sociedades.
En los variados regímenes populistas se dan también algunas diferencias. como que en algunos se ha establecido una abierta dictadura, como en Cuba, Nicaragua y Venezuela y en otros se aparenta un régimen democrático (democradura), pues se efectúan elecciones (amañadas), se permite algún nivel de crítica y libertad de prensa (poco tolerado), aunque las libertades y derechos fundamentales están restringidos.
Otro rasgo de los regímenes de gobierno populista es la división y polarización de sus sociedades, pues la mayoría de la ciudadanía es crítica del régimen populista y una parte menor apoya al gobierno, son los denominados colectivos, movimientos sociales etc., que se mueven al calor de la prebenda que, generosamente con recursos públicos, dispensan los gobernantes populistas.
Todos los males ocasionados por los regímenes populistas, que no tienen una ideología clara, son atribuidos al imperialismo, la derecha, el neoliberalismo etc., es decir a algún agente externo, de tal manera que el pueblo poco informado enfoque sus sentimientos de condena a esos factores externos y no hacia el interior donde se originan. Resulta un recetario para estos regímenes echar la culpa a otros, para responsabilizarlos de los males de la sociedad, como lo recomendaba la teórica marxista chilena Marta Harnecker, que visitaba los países donde se instalaban gobiernos populistas de izquierda, estuvo en nuestro país en el año 1970 (gobierno del Gral. Torres y al asumir el poder el actual esquema de gobierno del MAS).
Otra característica de los regímenes populistas es la falta de gente talentosa en funciones de gobierno, en las instancias legislativas, de la administración de justicia y en general en el manejo del aparato del Estado, pues los profesionales de prestigio suelen excusarse de participar en estos gobiernos, dando lugar a que elementos improvisados o de poca formación ocupen funciones donde se requiere conocimientos especializados, en las distintas materias que hacen a la administración del Estado.
Las cabezas de los gobiernos, que en general deberían ser individuos altamente formados y capacitados en las ciencias, que con su adecuada aplicación irían a determinar un buen gobierno en beneficio de toda su sociedad, son más bien ocupados por improvisados o aventureros deseosos de poder y fortuna (salvo alguna rara excepción).
Ya lo dijo Winston Churchill: “Los animales nos han dado el privilegio de ser gobernados por los peores de la manada”.
El autor es Abogado, Politólogo y escritor.