La selección argentina logró su segunda victoria consecutiva en la Copa América: derrotó 1-0 a Paraguay gracias al gol de Alejandro Gómez en su mejor momento, en el primer tramo de la etapa inicial. En la segunda parte se advirtió la declinación física albiceleste, lo que provocó que dominaran los guaraníes, aunque sin profundidad para lastimar. Y los orientados por Scaloni se dedicaron a aguantar. Les alcanzó para imponerse, asegurar la clasificación a cuartos de final y sumar 7 puntos en el Grupo A, donde son líderes. Habrá que ver si es suficiente cuando llegue a los cruces de eliminación directa.
Las posturas de ambos equipos quedaron claras desde los primeros segundos de acción. Argentina se hizo cargo del rol protagónico, tratando de hacer correr el balón sobre el césped, ante un Paraguay que lo permitió mientras el toqueteo ocurriese en campo adversario. A partir de allí, con las líneas juntas, intentó cortar, cuando entraron en calor los mediocampistas en la circulación.
Ya sea desde la salida desde el fondo o recuperando en campo rival, el elenco albiceleste encontró espacios para lastimar. A los 5 minutos, Alejandro Gómez remató desde afuera por encima del travesaño. A los 6, Agüero olfateó el error del fondo guaraní y, cara a cara con Silva, remató desviado.
Y a los 9 llegó la apertura del score con una bella jugada elaborada. Messi cambió el ritmo y abrió para Di María, quien aprovechó la escalada de Nahuel Molina y enganchó hacia el medio. El hombre del PSG levantó la cabeza y filtró el pase para el Papu, quien definió con sutileza para firmar el 1-0.
El hecho de verse en desventaja provocó que Paraguay adelantara sus líneas y abrió algunas grietas en el remozado fondo argentino. Pero, al mismo tiempo, ofreció espacios que los conducidos por Scaloni empezaron a paladear.
A los 17, tras una falta a Agüero en el borde del área, Messi remató cruzado el tiro libre y pasó cerca del palo derecho del arco paraguayo. Y algunas gambetas de la Pulga hicieron daño. Al mismo tiempo, los de Berizzo encontraron terreno fértil con algún desborde de Almirón a espaldas de Molina.
Después de muy buenos primeros 20 minutos de Argentina, Paraguay empezó a manejar más la pelota, aunque sin profundidad. La Selección debió asignarle a Di María una función más sacrificada para contener los embates de Almirón, que incomodó con su velocidad a Nahuel Molina. El combinado albiceleste apeló a las réplicas, desde la magia de Messi o el tranco de Angelito cuando se logró soltar.
Recién en los últimos suspiros de la etapa volvió la mejor versión de Argentina. Di María, en un movimiento similar al del gol, en lugar de asistir, remató, forzando la volada de Silva. Luego, el árbitro (y el VAR) anularon por offside de Messi el gol en contra de Junior Alonso que le hubiera inyectado tranquilidad plena al seleccionado.
La segunda etapa volvió a mostrar la cara menos atractiva de la Argentina de Scaloni. Por el desgaste que evidenciaron sus figuras (en Messi resultó notable la merma en el cambio de ritmo) y por la postura, una vez más, retrasada, cediendo campo e iniciativa al rival, y sin chispa para la contra.
De Paul, Joaquín Correa, Ángel Correa y Nicolás Domínguez buscaron darle aire a un seleccionado al que le costó mucho cuidar el balón. Los cambios, al mismo tiempo, dejaron huérfano a Messi en ofensiva. La ventaja para los de Scaloni fue que los guaraníes adolecieron de variantes para lastimar, a excepción de alguna pelota parada. Bien cerrada, como contra Uruguay, la defensa albiceleste cumplió.
Con el pasaje a octavos asegurado y la chance concreta de evitar a Brasil hasta la final de la Copa, Argentina cumple desde los números y con cuotas de buen fútbol. Son momentos dentro de los partidos. En algunos cotejos le alcanza para ganar, como ante Uruguay y Paraguay. En otros, como frente a Chile, paga el retroceso. Tiene una semana (el próximo cruce es el lunes 28 ante Bolivia) para descansar las piernas y recalcular detalles. Tanto Scaloni como Messi y sus compañeros saben que necesitarán de luces extendidas para romper con el estigma de 28 años sin títulos que pesa sobre la Selección Mayor.