Conviene comentar el fallo de abril de 2021 dictado por la Dra. Ximena Mendizábal y el fallo de 21 de junio de 2021 pronunciado por el Dr. Federico Botelho de Barros Viena, Juez Federal de la República del Brasil. No porque el nombre de Frederik recuerde el nombre del insigne e inmortal Frederik Chopin, sino porque la belleza que representa su pronunciamento conciso, es digno de todo honor.
LOS FALLOS EN CUESTIÓN
Y la juez de la República de Bolivia, Dra. Ximena Mendizábal, después de un fallo que otorga libertad a un acusado –en breves palabras que agradece Bolivia– ha reafirmado la independencia judicial, y con noble entrega a su profesión declara: «Soy Juez de vocación, juez de carrera y pueden revisar hasta el último rincón de mi hogar o de mi oficina, pues no van a encontrar un quinto que no sea mío y que no haya sido ganado con mi trabajo». He ahí las sencillas palabras de una brillante Juez de la República, que hasta el 2 de mayo de 2021 «soporta amenazas por sus actuaciones ejemplares conforme a la Ley»(*), sobre esto tendría que opinar, en nombre de un tribunal, Jorge Quino, presidente del Tribunal Departamental de La Paz.
La Dra. Ximena Mendizábal ya tendría que estar en el Tribunal Supremo de Justicia, porque los magistrados de verdad se encuentran dentro del cuerpo judicial. Los magistrados no necesitan pasar por las urnas. Ellos ganan su legitimidad con su trabajo cotidiano de 30 o más años de servicios profesionales especializados y están dentro del cuerpo judicial.
LO QUE QUEDA GRABADO
POR SIEMPRE
Estos magistrados como Ximena y Frederik con sus fallos cotidianos prestigian la justicia, cuando sostienen que las denuncias carecen de elementos que fundamenten cualquier sentencia condenatoria, en contra de los imputados. Frases célebres que quedan grabadas en la mentalidad colectiva; además evitan mayores restricciones a la presunción legítima de inocencia, parando los procesos en seco, sobre tablas evitan mayores dilaciones. Así actúan los jueces que van peldaño tras peldaño y llegan a lo más alto, al cabo de treinta años de trabajo.
Se valora y se admira el acierto en sus fallos en cada gestión judicial; se califica el tiempo de servicios en una misma especialidad; finalmente, se aprecia su producción intelectual sobre la materia de su especialidad, la asistencia a cursos de formación permanente. De esta manera sencilla el magistrado es una persona digna y una garantía para la Nación. Excelente persona, que tiene todas las cualidades y las competencias requeridas, para ser sobresaliente.
El magistrado es la estrella del mundo litigante, de estatura internacional, que en mucho tiempo logra un cargo de continuidad, estabilidad y eficacia. La República prefiere tener al frente del difícil timón de la justicia, al hombre confiable, con acrisolada imagen. Fuera de esta realidad, comienza o recomienza la aventura, para la marcha de un Estado que no encuentra su manera de ser.
(*) EL DIARIO: Me siento perseguida después de un Fallo. La Paz, 2 de mayo de 2021. Pág.1.