miércoles, septiembre 4, 2024
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Santos-Dumont, pionero de la aviación en La Paz

El sueño de poder volar siempre estuvo presente en la humanidad, el dato más antiguo conocido fue descrito por Dédalo e Ícaro de Oviedo, quien menciona que los griegos concibieron ya la idea de que el hombre volaría con alas artificiales. De esta manera, a lo largo de la historia muchos fueron los intentos por conquistar el aire, hasta que el 24 de septiembre de 1852, el ingeniero francés Henri Giffard realizó el primer vuelo de un dirigible piloteado por él mismo.
Posteriormente, inspirado en este personaje y las obras de Julio Verne, muchos años después el brasileño de ascendencia francesa Alberto Santos-Dumont, prosiguió y alcanzó dicho anhelo. Construyó su primer globo y realizó vuelos iniciales, en 1898, en París (Francia). Luego se dedicó por completo a la invención y el 23 de octubre de 1906, su avión recorrió una distancia de 182 metros a una altura de 5 y una velocidad de 41 kilómetros por hora. Considerado la primera vez que una aeronave corría y despegaba sin ningún auxilio, empleando solo sus propias fuerzas. Sin duda, esta hazaña le valió la gloria de ser recordado como el primer hombre que voló en una maquina más pesada que el aire en un certamen público.
Muchos años después, Santos-Dumont como parte de un viaje arribó a la ciudad de La Paz, los últimos días septiembre de 1919 y declaró sobre nuestra ciudad al periódico ‘El Norte’: “ayer estuve en la Capilla, linda región: esta mañana trepé, siempre de peón, porque camino tranquilamente, hasta el cementerio”, relató el periodista Eugenio Zamonor.
Otra impresión fue publicado el diario de la mañana ‘El Tiempo’: “-¿Y qué impresiones ha recibido usted en tierra boliviana, señor Dumont? Oh, excelentes. Estoy encantado con la travesía del lago Titicaca. Salimos de Puno a las 6 y 30 de la tarde y no pude permanecer entre sábanas hasta más de las dos de la madrugada. Subí a cubierta y les digo a ustedes, que he presenciado el panorama más bello. Las tranquilas aguas del lago alumbradas por la luna y perfilándose en la lejanía la majestuosa silueta de los Andes constituían un paisaje hermoso, digno de admirar; y quedé admirando hasta que el alba seguido de la aparición del astro diurno cambió totalmente el hermoso cuadro que durante más de tres horas quedara contemplando extasiado; y el nuevo cuadro que ante mis ojos se extendía me dejó nuevamente arrobado por la belleza.
-El viaje desde Guaqui hasta el alto de la ciudad ha debido parecerle algo monótono y fatigoso… -No, es muy interesante para un extranjero: pues, ese tono grisáceo e igual, sólo he podido admirar en estas tierras. Es un paisaje que seduce por su misma aridez y hace evocar la grandeza de la raza que antes poblara esas interminables planicies.
– ¿Y el mal de montaña aún no ha hecho presa de usted? –Desde que llegué no he sentido nada, y créame estoy contentísimo del clima de esta ciudad. Es muy parecido al de Suiza”.
Posteriormente, el citado personaje continúo su viaje hacia Buenos Aires. En este año celebramos el 148 aniversario del nacimiento de Alberto Santos-Dumont y a través de esta nota rendimos homenaje al genio y perseverante inventor.

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