La matemática ha evolucionado desde que se limitaba solo a desarrollar el razonamiento lógico abstracto, operaciones eran realizadas mediante fórmulas y solo interesaban los resultados, hasta desarrollar un pensamiento divergente unidireccional. Se trataba de la mecanización de reglas de diferentes operaciones en la resolución de problemas, sin tomar en cuenta el contexto del estudiante.
Ahora con la matemática lo que quiere lograr es desarrollar el pensamiento lógico concreto, abstracto, a partir de situaciones concretas para abstraer las relaciones, propiedades y conceptos matemáticos. Se requiere desarrollar un pensamiento divergente crítico y multidimensional, buscando aplicaciones en situaciones de la vida real, tratando de solucionar las necesidades del contexto. Todo ello permitirá desarrollar las otras ciencias y tecnologías en la educación regular, en los niveles de educación inicial, primaria y secundaria, desarrollando la abstracción a partir del número y la aplicación en todas las operaciones aritméticas, medidas, cálculo en la resolución de problemas. Es decir, lo que se pretende es que no se aprenda de manera mecánica y sin sentido. Lo que se quiere y debe hacer es siempre partir de situaciones y problemas de la realidad, y que sean aplicativas en su cotidianidad.
La educación matemática no se la debe llevar adelante en el proceso educativo con el estudiante encerrado en el aula. Se la debe realizar en espacios abiertos, lo que nos permita la aplicación de técnicas e instrumentos diversos, buscando registrar situaciones concretas que nos sirvan de fuentes de información para utilizar el conocimiento matemático.
Las y los maestros cuando se lleva adelante la matemática en los procesos educativos, hacemos que les agrade esta área o pase desapercibida o, en algún caso, que no les agrade. Esta situación se da porque los estudiantes no encuentran el sentido de este aprendizaje del área de matemática, esto debido a que se lo encierra en resultados mecánicos, en el formalismo de resultados y de algoritmos. Y es que, en muchas ocasiones, no se ha dado mucha importancia a su relación, su aplicabilidad en la vida. Además que su aplicabilidad en su gran mayoría se la ha restringido al nivel abstracto y memorístico.
La matemática en la educación ha producido diferentes generaciones de estudiantes que algunos autores clasifican en tres grupos, que son los mate-fóbicos, es decir, aquellos que odian la matemática; los mate-apáticos, a quienes les agrada y les desagrada la matemática y, finalmente, los mate-fílicos, que son estudiantes a los que realmente les agrada esta área.
Desde el área de matemática se debe trabajar los siguientes conocimientos, que son la aritmética, la geometría, el álgebra, el cálculo, la estadística. En aritmética se debe desarrollar la habilidad de realizar cálculos mentales y estimaciones con un buen manejo numérico. Mientras que geometría sirve para solucionar diversos problemas relacionados con medidas de áreas, longitudes y volúmenes. El álgebra busca desarrollar el pensamiento lógico, la integración y análisis de diferentes situaciones, y el cálculo determina la proporción entre la dimensión en una determinada unidad de medida. Y la estadística nos permite comprender e interpretar fenómenos de la realidad.
La matemática en la educación debe ser aplicativa y transformadora, desarrollando la abstracción que permita la comprensión de las operaciones aritméticas, resolución de problemas. Se debe desarrollar diferentes capacidades, las cuales podrían solucionar problemas de la vida y transformarlas, buscando aplicar tales conocimientos en situaciones concretas de la vida. Se tiene que buscar siempre la aplicación de la matemática, poner en práctica el desarrollo de las capacidades, todo lo cual le permitirá al estudiante transformar su realidad.
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