domingo, diciembre 22, 2024
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Las potencias mundiales y el narcotráfico internacional

De tiempo en tiempo el mundo se entera que las potencias económicas, industriales y tecnológicas se reúnen para estudiar sus diversas posiciones y adoptar medidas que permitan crecimientos masivos de todos los integrantes. Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, Japón y otras examinan los problemas que confrontan sus países; verifican la situación internacional en los campos de la paz y el desarrollo, en las expansiones industriales y tecnológicas. En este año han tenido reuniones que los obligaron a tratar, casi exclusivamente, la guerra librada contra el coronavirus que atacó a todo el orbe y cobró miles de muertos y millones de casos contagiados que, a su vez, transmiten el virus a sus pueblos. Han encontrado que poco se avanzó en el campo de conseguir una droga “milagrosa” que sirva a todos y, a lo máximo, han perfeccionado y mejorado la calidad y cantidad de vacunas, como preventivos para aislar a parte de la población terrestre que desee no caer en las redes de la pandemia.

Esta es, seguramente, la primera vez que las mayores potencias económicas aúnan esfuerzos y voluntades para combatir al coronavirus, aunque, hay que confesarlo, casi vanamente porque el mal avanza sin parar. Lo extraño es que no se ha tocado temas referidos al tráfico de drogas –uno de los mayores flagelos que sufre la humanidad en las últimas décadas–. Nos referimos a mayores cultivos de coca, aumento de la producción, mayor demanda de drogas por parte de los consumidores, más lavado de dinero en la banca internacional, mayor cantidad de víctimas que causaron muerte debido al vicio; mayor incremento de la corrupción y de sus consecuencias, como el contrabando, la total vulneración de valores y principios, más corrupción de las burocracias públicas y privadas, asaltos, asesinatos y criminalidad en todas sus formas y en cantidades que rebasan las estadísticas del pasado.

El narcotráfico es la empresa internacional más grande, más rica y mejor organizada del mundo, es la mayor potencia económico-financiera y no hay negocio más grande en todo el mundo; sus poderes son ilimitados y la “incorporación” de nuevos socios a sus filas no tiene límites, porque cada consumidor se convierte, en los hechos, en parte del letal negocio, puesto que es demandante de drogas.  Los grandes países saben que el narcotráfico crece porque en los países ricos y desarrollados su población consumidora es la que pide y exige aumento de la fabricación y comercialización de drogas alucinógenas de toda calidad, sin importar de dónde procede y qué antecedentes tiene para su elaboración. La verdad es que sin consumidores no habría producción y los ricos sostienen que “los países productores son culpables del crecimiento del tráfico de drogas” que, ellos, no tienen culpa. Son los países ricos y desarrollados los que deberían frenar o encontrar solución al consumo de drogas y no los países pobres que no encuentran paliativos ni para frenar el aumento de la pobreza y menos para combatir exitosamente al virus que encuentra mayores y mejores campos para su accionar en los pueblos subdesarrollados que padecen además de otras enfermedades y males que frenan su desarrollo.

Entretanto, la humanidad se pregunta: ¿Cuánto durará el drama que ataca inmisericordemente al mundo? De momento, solo la acción solidaria y mancomunada de toda la población mundial podría ganar la gran batalla que, lamentablemente, se complica con la ausencia de quienes no quieren cuidarse y menos incorporarse a la guerra contra el mal. Seguramente, habrá que implantar medidas drásticas contra los renuentes a cuidarse, ya que el coronavirus, según los científicos, tardará mucho tiempo en ser dominado.

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