Las tecnologías colaborativas han sido de gran ayuda para que entidades públicas y empresas puedan enfrentar los problemas causados por el nuevo contexto mundial y logren allanar el camino para la vida post pandemia.
Nos encontramos atravesando ya un año y medio de un contexto sin precedentes en el que, de un día para otro, el mundo cambió por completo. La pandemia hizo que personas, empresas y organizaciones públicas tuvieran que modificar rápidamente sus estrategias para seguir operando de una manera que se asemeje a lo que hoy conocemos como “vieja normalidad”.
Pasados unos meses de esa incertidumbre inicial que dejaron las primeras etapas de la parte más cruda de la pandemia, con cuarentenas y aislamientos en diferentes ciudades del mundo, el miedo de un colapso generalizado en muchos aspectos, tecnológico y económico, resultó ser algo para preocuparse -y sobre todo ocuparse- pero quizás no tanto como muchos imaginaban en un primer momento.
Actualmente, la preocupación por nuevas olas y cepas del virus sigue latente y más allá de lamentar las pérdidas irreparables de millones de personas a causa del coronavirus, el mundo comienza a intentar dejar atrás los meses de aislamiento y pensar de forma más concreta lo que será la tan ansiada “nueva normalidad”.
Para llegar a esta nueva etapa, tanto personas como gobiernos y empresas tuvieron que demostrar una capacidad de adaptación realmente importante que le permitiera resolver problemas suscitados, de un día para otro, debido a la pandemia. Y en ese tipo de situaciones, herramientas tecnológicas como el código abierto resultó ser una solución verdaderamente importante, tanto ahora como en el futuro inmediato.
Los softwares y plataformas que emplean este lenguaje han demostrado ser de gran utilidad durante la pandemia por mostrar su capacidad de adaptación. Hay un trabajo en equipo que le otorga a la comunidad la posibilidad de generar desarrollos colectivos, lo cual también permite darle continuidad a los proyectos más allá de las personas involucradas.
Este tipo de soluciones demostró ser una gran ventaja para todo tipo de proyectos, desde entidades financieras que necesitaban robustecer sus sistemas de operación online para evitar todo tipo de caídas y colapsos, hasta entidades públicas que buscaron, por ejemplo, pasar a la virtualidad diferentes tipos de trámites.
El código abierto se convirtió durante la pandemia, en el verdadero “músculo” con el que muchas de estas empresas y proyectos lograron sostenerse, gracias a su capacidad de escalabilidad y de trabajo en grupo. Pero eso es solo el comienzo. Estos últimos meses pusieron en manifiesto aún más su valía para encarar proyectos y a nadie debería sorprenderle que su uso sea cada vez más tenido en cuenta en los años por venir.
De cara a la nueva normalidad, entidades de todo el mundo ven cada vez con mejores ojos al código abierto no solo como una solución confiable sino también como la manera en la que pueden encarar nuevos desafíos, principalmente, gracias a su carácter transformador y seguro para trabajar. En definitiva podríamos decir que ya no se piensa tanto en esta tecnología como “músculo” sino como el corazón de futuros proyectos.
Código abierto: el corazón y el músculo de la nueva normalidad
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