Entre los siglos XVII e inicios del XX, diversos viajeros franceses, es decir: artistas, científicos, diplomáticos, exploradores, escritores, militares, comerciantes y viajeros, registraron en informes o memorias de viaje e ilustraciones, información científica, geográfica, etnográfica e histórica de nuestro país.
Uno de ellos fue el poeta y novelista André Bellessort, nació en Laval en 1866, profesor de diferentes centros educativos. Viajó por 18 meses por Sudamérica, durante su estadía en Chile fue corresponsal en la revista Le Temps. Posteriormente, en 1895, recorrió parte de Bolivia, es decir las poblaciones de Uyuni, Pulacayo y Huanchaca, como delegado de la Revue des Deux Mondes, sus observaciones fueron plasmadas en el artículo intitulado: ‘Pulacayo, Huanchaca (Las minas de Plata)’, traducido y publicado en varias entregas en el periódico ‘El Imparcial’ de La Paz, entre el 5 al 14 de abril de 1897. Consecutivamente, dicha descripción fue compilada en su célebre obra premiada por la academia: ‘La jeune Amérique Chili et Bolivie’ (1897).
La primera población que describió fue Pulacayo: “se divisa los talleres, los galpones donde las mujeres chancan los minerales… en la ciudad las casas se estrechan sin regularidad, formando cascadas de techos rojizos, entre las que se destacan grandes cuadrados negros. Son estos huecos las chimeneas por donde se escapa el humo de las cocinas primitivas. De los barrios que forman la ciudad, algunos parecen pequeñas ‘cites’, y los otros son verdaderas emboscas. Un mundo me costaba encontrar mi camino en las primeras noches”, detalló. Testigo del progreso minero, también destacó en su narración el túnel construido por su compatriota Costa entre Pulacayo y Huanchaca.
Posteriormente, visitó Huanchaca, propiedad del industrial Aniceto Arce, la describió como “una linda doncella dormida al pie de las montañas”. Admirador de las poblaciones originarias las observó y apuntó: “el indio también tiene leyes, hábitos, ritos y aunque no estén escritos, él los guarda mejor, por su desvelo, por la comunidad y su apego á la solidaridad; harto mejor que lo que los gendarmes cuidan de nuestras pandectas redactadas, impresas y de márgenes doradas”. Estudioso de la lengua y la cultura quechua, registró con anterioridad a Louis Baudin, que “entre los pronombres posesivos, algunos son concernientes a la propiedad individual, los otros a la común. Lo que no debe sorprender en un pueblo cuya constitución realizó el ideal del más adelantado socialismo”.
Critico a la modernidad y al eurocentrismo de la época, reflexionó: “el disgusto que nos inspiran a ciertas horas las vergüenzas de nuestra civilización, todas sus hipocresías perfeccionadas, nos hace volvernos hacia la naturaleza. Aspiramos a descender hacia esas razas que, por haberlas vencido llamamos inferiores. Nos refresca su sencillez, envidiamos su ignorancia, nuestro pesar las hace más hermosas”.
A Bellessort, también se le debe las obras: ‘Mythes et poèmes’, poesías (1893); ‘Chanson du Sud’, poesías (1896); ‘Reine coeur’ (1896); ‘De Ceylan a Manille’ (1900), ‘La société japonaise’ (1903); ‘La Roumanie contemporaine’ (1905), ‘Les Journées et les Nuits japonaises’ (1906) y ‘Les Intellectuels et l’avènement de la Troisième République’, (1931) entre otras. Lamentablemente, falleció en París, en 1942.
Pulacayo y Huanchaca vistas por el francés Bellessort
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