El ejercicio de la Medicina combina diferentes elementos: ciencia, conocimiento, arte, competencia, dimensión humanitaria entre otros. La deshumanización de la salud usualmente se la relaciona con el predominio del racionalismo científico, en detrimento de la sensibilidad humana y la escasa formación humanística.
El concepto de salud se contrapone al de enfermedad, ya que los esfuerzos deberían centrarse sobre todo en evitar la enfermedad y sus implicaciones de angustia, dolor y sufrimiento humano. Esta dimensión no siempre es bien comprendida por algunas autoridades y la ciudadanía, evidenciando que aún no somos capaces de construir una verdadera cultura de la salud y desarrollar efectivas acciones de prevención de riesgos como parte de los objetivos de desarrollo integral, que requieren elevar el nivel de vida, el nivel de salud, buscar calidad y seguridad en la prestación de servicios públicos a las personas y a la comunidad en su conjunto.
El tema requiere no solo evaluar la responsabilidad de los diferentes actores del sector salud, sino del desempeño del propio Estado en su conjunto, de las autoridades de gobierno, cuya función entre otras, es coordinar un conjunto de acciones intersectoriales para proteger la salud y evitar los daños, riesgos y enfermedades.
Las raíces de los problemas de salud, no están en el sector salud, sino fuera de él. El cuidado de la salud depende en gran medida de la voluntad política para encarar las Determinantes Sociales de la Salud, entendidas, según la OMS, como “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud, y que son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local”.
Cuando la población mejore su acceso a un aceptable nivel de educación, a una vivienda digna, a provisión de agua pura y potable, a saneamiento básico, cuidado del medio ambiente, entre otros, significativamente se avanza a la disminución de la carga de enfermedad y a evitar los altos costos que representa atender solo la enfermedad. Las políticas públicas requieren por tanto ser cuidadosamente meditadas, tomado en cuenta este enfoque multisectorial e integral con racionalidad y con base en evidencia científica, por la enorme repercusión social que tienen sobre la vida, la integridad y la seguridad de la población, incrementando confianza en el ejercicio de gobernabilidad y de una buena gobernanza.
Si bien la misión noble del personal de salud es la protección de la vida, este compromiso no solo depende del esfuerzo de este sector, sino del compromiso de la sociedad en su conjunto. El incremento de la carga de enfermedad resulta evidencia clara que el Estado y la sociedad, de una u otra forma, adolece de un preocupante grado de indiferencia con escasa solidaridad y no desplegamos suficientes esfuerzos para que la salud sea una genuina prioridad nacional, como lo señala la propia constitución política del estado (CPE).
No se puede pretender construir un país productivo y competitivo, con organismos enfermos y depauperados, expuestos a penosas circunstancias de riesgos, de miseria, desesperación, dolor y sufrimiento humano que lesionan el respeto mismo a la dignidad de las personas.
No se trata tan solo de juzgar y por veces criminalizar el desempeño médico y de los trabajadores de salud, si no a contribuir genuinamente a una reorientación del Sistema Nacional de Salud (SNS), cuya fragmentación y segmentación socava los cimientos mismos del SNS, que tolera la actual exclusión y el marginamiento del ejercicio del Derecho a la Salud, de sectores vulnerables, evidenciando que somos una sociedad, no solo enferma, sino también insensible.
La Humanización de la Salud no es una moda, sino un desafío a cambiar nuestra manera de pensar y actuar, para abordar la problemática desde una perspectiva integral, holística, más ética, guiada por valores y respeto genuino a derechos humanos. Debemos vencer las injusticias en salud, terminar con las penosas y dramáticas experiencias diarias, donde observamos impotentes la tragedia de buena parte de la población, obligada a implorar de rodillas, entre lágrimas, ayuda, socorro auxilio para sus seres queridos, ante la apatía ciudadana, con honrosas excepciones y la indiferencia de aquellos responsables que deberían asegurar mayor protección social para las familias en situación de pobreza.
Hoy en la comunidad científica internacional es impensable hablar de salud sin adoptar medidas de protección social, en temas como el acceso a cuidados paliativos, medicamentos esenciales, medicamentos de alto costo, disponibilidad de medicamentos huérfanos, dispositivos vitales, prótesis que usualmente resultan extremadanamente caras, para buena parte de los pacientes.
Humanizar la asistencia sanitaria requiere de la tutela del estado y efectividad de las instancias de justicia, para desburocratizar procedimientos y que los conductores del país se preocupen por la oportuna atención en salud y auxilio sanitario, promoviendo calidad en las prestaciones, seguridad de los pacientes, el uso de protocolos, buscando que el derecho a la salud sea un patrimonio de todos y no un privilegio de pocos Es preocupante, por citar un ejemplo, que las Normas de Atención Clínica (NAC) aprobadas en el país el año 2012, no hayan sido actualizadas hasta la fecha y tengan una data de más de 8 años de su implementación.
Una sociedad es justa solo si todos los valores sociales, entre ellos el derecho a la salud y el derecho a la seguridad social, se ejercitan y distribuyen igualitariamente y con equidad, sin exclusiones, frenando los efectos perversos que contribuyen a la deshumanización en las acciones de salud. Insistimos que debe respetarse los postulados de la constitución política del estado (CPE), donde se define el modelo de salud del país y señala normas para el cumplimiento de muchos de los aspectos antes señalados.
No solo los usuarios de los servicios de salud se ven afectados, sino también los propios trabajadores y profesionales de salud que sufren las consecuencias de la falta de voluntad política para respetar, cumplir e implementar las disposiciones de la CPE. Los profesionales del sector observan, impotentes, el hecho de no poder hacer más por ayudar a la gente, a sus pacientes, debido a las tremendas falencias, carencias y limitaciones en los servicios, sintiéndose confinados a un proceso de impotencia, angustia, despersonalización, depresión, resultado de políticas públicas reduccionistas, la presión del poder institucional, la pérdida de valores, resultado de una ineptocracia.
Formamos parte de una sociedad que rechaza el dolor humano y la muerte, sin mostrar sensibilidad, preocupación social suficiente para construir esa cultura de la salud que demanda mayor solidaridad, para edificar un país más saludable, más humano, menos comercial y menos enfermo. Cuando mucha gente está excluida del auxilio sanitario y tiene hambre, no es solo el alimento el que falta, es la justicia.
Dr. Oscar Lanza V., Profesor Emérito Docente, Facultad Medicina de la UMSA.