Después de luchar por el poder durante veinte años, en una ofensiva fulminante los talibanes –productores de la materia prima para fabricar la poderosa droga llamada heroína–, tomaron el poder en Afganistán y ese éxito se precipitó cuando Estados Unidos ordenó que sus tropas se retiren de ese país.
Según denuncias de diversas fuentes, Afganistán produce el noventa por ciento de la heroína de consumo mundial y tan pronto como los talibanes tomaron el poder, abrieron las fronteras con el supuesto objetivo de facilitar la exportación de droga y así convertirse en uno más de los “sindicatos” del narcotráfico que quieren establecer un régimen de control total del planeta.
Ese hecho tiene alguna similitud con Bolivia, en sentido de que en ambos países los agricultores son productores de materias primas para drogas. Ese parecido nace con masas campesinas que, necesitadas de salir de la pobreza, se dedican a cultivar un vegetal que no solo mejora su economía, sino que los hace millonarios.
En el fondo, los campesinos de cualquier lugar del mundo se dedican a la agricultura cuando la tierra les da renta, pero huyen de ella cuando tienen pérdidas y su producción no es consumida. En efecto, eso es lo que determina que los trabajadores de la tierra vean que cuando un producto no les da ganancia, inmediatamente pasan a cultivar cualquier otro que les parezca, sea el que fuese. Es, entonces, cuando encuentran la solución cultivando materia prima sin mayor esfuerzo para drogas, actividad que les permite ganancias de alrededor de mil por ciento anual, al contrario de lo que ocurre con otros productos que no dan ganancia ni del diez por ciento anual y, además, no tienen consumo, como precisamente sucede en Bolivia.
Como se trata de sobrevivir, los agricultores se dedican a productos como amapola o coca, no por tratarse precisamente de esas plantas, sino porque éstas son las únicas que les dan ganancias. El éxito en esa actividad económica los conduce finalmente a fines políticos y la toma del poder, para producir ilimitadamente la planta que es la solución para su crisis, como ocurre en Bolivia, Afganistán y otros países.
De ahí que, si los gobiernos no toman en cuenta esos aspectos para combatir la droga y otros peligros, estarán condenados al fracaso en sus campañas y no solo incrementarán el cultivo de materias primas para la droga, sino que los que están detrás del narcotráfico tomarán el poder, como señala Humberto Vacaflor en un artículo publicado en EL DIARIO del pasado miércoles.
Bolivia, Afganistán, coca y opio
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