Esta clase de permisos para proceder a la tala de los bosques y después a la quema de los arboles ha sido una práctica que fue eliminada en la mayor parte de los países con bosques nativos, por razones económicas, por defensa de sus suelos y por los riesgos de alterar la biodiversidad y el medio ambiente, ya que los incendios se vuelven incontrolables.
Podemos ampliar este concepto económico, primero la madera, cualquiera que sea su composición, tamaño y características propias de cada especie, tiene un valor económico según el uso que le dan. Hoy en todo el mundo utilizan madera aglomerada para elaboración de muebles y equipos, por la principal razón de que las láminas o paneles aglomerados puede venir de una gran variedad de especies maderables, la creación y desarrollo de esta industria fue para utilizar todo tipo de maderas, por la simple razón de que se usa la madera casi molida y para el efecto se utiliza en gran parte los restos de madera que no puede ser tableada y sin importar su tamaño.
El Dr. Fassbender en su libro la Química de los suelos (1975), indica que al tumbar bosques y quemar los restos vegetales para explotar agrícolamente el suelo, se corta el ciclo interno de nutrientes y agua, produciendo cambios en su contenido y disponibilidad. Al cortar árboles, en primer lugar se interrumpe bruscamente la producción de residuos vegetales que, al depositarse en el suelo y a través del proceso de degradación y mineralización, conlleva la liberación de elementos nutritivos, tanto de los elementos mayores (N, P, S, Ca, Mg y K) como de los oligoelementos. Por otro lado, a través de la quema de la madera de los troncos y tallos y los restos de hojas y ramas se produce un calentamiento elevado de la superficie del suelo, que afecta al mantillo, lo destruye, en parte, y disturba diversas propiedades del suelo, especialmente los elementos nutritivos y a los microorganismos.
El gran naturista John James Andubon recordaba que los primeros colonizadores de Estados Unidos de América prendían fuego a bosques inmensos de árboles de madera dura, que eran extensiones de bosques vírgenes. Esta actividad se realizaba hace más de doscientos años, hoy en Bolivia la seguimos haciendo, con pérdida de miles de hectáreas de bosque, con graves efectos para la biodiversidad y daños al medio ambiente.
Los incendios forestales cada día son más grandes y complejos, muchos son obra de los propios colonos, que empiezan a quemar la madera producto del chaqueo y después estos incendios se vuelven incontrolables. Bolivia en el año 2019 perdió más de cuatro millones de hectáreas de bosque por incendios, en el presente año, a agosto ya se tiene un registro de más de 250 mil hectáreas quemadas.
Por estas razones tan importantes, es hora para que se prohíba cualquier quema en chequeos y menos autorizar los mismos. Si bien el país apenas cuenta con una planta de aglomerados en el Departamento de Santa Cruz, se debe tomar la decisión de construir dos o tres plantas en áreas cercanas a los bosques tropicales, para poder hacer uso de la madera producto del desmonte. Si esto no fuera posible en el momento, se debe instruir a los charqueadores que con la madera producto del desmonte deben construir cortinas rompe vientos. Estas barreras ayudan a que los vientos no sequen las tierras y se pueda acumular todos los rastrojos y posteriormente plantar árboles de especies de gran valor sobre estas barreras, que a larga serán también de beneficio económico.
Tenemos la esperanza que algunos colonos lean esta nota y eviten quemar los árboles talados, por las razonas nombradas anteriormente. Igual pedido es para Alcaldes, Gobernadores y otras autoridades para que asuman un rol de gran importancia, que es evitar las quemas, las mismas que después se vuelven incontrolables, causando grandes pérdidas económicas, de recursos naturales y hasta de vidas humanas.
El autor es Ing. Agrónomo.