El empleo fue un tema recurrente en todo tiempo. En consecuencia: los anuncios gubernamentales en torno a la creación de nuevos empleos, siempre tuvieron repercusiones favorables en la población. Es que particularmente los jóvenes tienen la necesidad y las ganas de trabajar, para vivir dignamente y ver el futuro con optimismo. A falta de un trabajo estable, con ingreso seguro y seguridad social, mucha gente se dedica al comercio informal, que llena las calles. Que afecta a la actividad formal, que cumple con tributos y aranceles al Estado. Y algunas personas delinquen.
Lo malo es que los gobiernos de turno lanzaron promesas como anzuelos para captar votos o para apaciguar el descontento social. Ello ha ocurrido bajo un sistema dictatorial o democrático. Algunos sostuvieron que generarían miles de empleos, para favorecer a los jóvenes. Que capacitarían técnicamente a éstos, otorgándoles, inclusive, cierta asistencia económica. Pero poco o nada se supo del resultado final. No se supo si fue un éxito o un fracaso. Otros manejaron la tesis tripartita para encarar ese problema. Es decir que veían viable la participación de gobierno, empresarios y trabajadores. No sabemos hasta dónde habría abarcado esta propuesta.
Gobiernos, antagónicos ideológicamente, prometieron la creación de fuentes de trabajo, dizque en la búsqueda de mejores condiciones de vida para la población. Diseñaron proyectos y movilizaron recursos, pero el desempleo continuaba sin variación. E inclusive con tendencia a profundizarse. Ahora, más que todo, en pandemia. No sabemos quiénes se habrían beneficiado con ese despliegue propagandístico pro empleo.
Posiblemente ahora se manejó otro plan de esa índole. Poco se supo al respecto. Pero ni cuando nuestra “economía estuvo blindada” se pudo crear nuevos empleos para satisfacer la demanda laboral. Ni durante la bonanza económica, resultado del auge gasífero, se pudo alcanzar esa meta. Quizá menos hoy, creemos nosotros, cuando apenas estamos saliendo de la emergencia sanitaria, con pobres empobrecidos aún más. Cuando los precios de nuestros recursos exportables no volvieron a subir en mercados internacionales. Cuando seguimos esperando la ayuda externa para reducir el covid-19.
La anterior gestión quizá también tendría en mente similar propósito. Pero las limitaciones económicas y la realidad sanitaria, en particular, no le dejaron avanzar en ese rumbo. La situación del coronavirus era más critica que ahora. Por lo menos hoy se cuenta con el antídoto, pero parece que ello no es suficiente. En marzo de 2020 los tiempos eran traumáticos y encima se imponía la cuarentena inmovilizadora.
Todos los que gobernaron el país, sin excepción, nos hicieron creer en el cuento del empleo. Éste, por consiguiente, fue la bandera de aquéllos que se sirvieron del Poder hasta el hartazgo. Y los del llano ingenuamente aplaudieron esas ocurrencias. Resulta que todo ello había sido parte de la estrategia demagógica, de los individuos que practicaron política a tiempo completo. Pero el desencanto ciudadano se hizo patente, cuando el desempleo seguía rondando por los hogares de sectores necesitados. Es que la gente quiere ver y palpar los logros alcanzados con ese afán. De ahí que ya no presta oídos al “cuento del tío”.
En suma: que la creación de nuevos empleos no sea un discurso más, sino que se cumpla, por el bien común.
El empleo, tema recurrente
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