domingo, diciembre 22, 2024
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Cuando arrestaban “por vagancia”

No deja de ser cierto que otrora impartían educación, valores morales, cívicos, éticos, y todo lo que denominaban buenas y sanas costumbres, de un modo generalmente estricto y severo. No en vano se recuerda eso de “la letra entra con sangre” o “a palos se endereza al que se está torciendo”, entre varias otras expresiones en boga entonces. Se puede decir que casi todas las personas mayores, nuestros progenitores y las autoridades, obraban con una drasticidad que no se discutía, para imponer en la sociedad “lo correcto”.
A propósito, gente de ayer evoca que existían comisarías de barrio de las que salían parejas de policías a hacer su ronda, generalmente sin siquiera portar una pistola, sólo con sus consabidos “laques” que utilizaban cuando la situación parecía escapárseles de las manos. Una riña o pelea en la calle era sancionada con el arresto en tales recintos, y luego de cumplir las horas de detención los ocasionales reos tenían que baldear el “W.C.” de las instalaciones policiales, barrer la calle, y recién los dejaban en libertad.
La dupla de “carabineros”, como se los denominaba entonces, patrullaban con el ojo avizor caminando por todas las calles del barrio, a fin de impedir la acción de los delincuentes de toda laya. Durante sus rondas si veían a alguna persona deambulando sin rumbo y volvían a cruzarse con la misma, de inmediato era interceptada; luego de las preguntas de rigor, detenida “por vagancia”. Hoy diariamente vemos a decenas de malvivientes, adultos, y sobre todo jóvenes, y hasta de la tercera edad, pululando sin oficio ni beneficio por las vías públicas, desaseados y bebiendo alcoholes diversos en aceras, plazas, y calles, a plena luz del día. Se puede decir que sus miradas torvas los delatan fácilmente, ya que andan merodeando en forma insistente, quizá para posteriormente dar sus “golpes”.
No hay autoridad que pueda ponerlos en vereda, menos detenerlos bajo el cargo “por vagancia”, precautelando la seguridad pública. El ciudadano de a pie está inerme actualmente y expuesto a tropelías que pueden cometer tales malvivientes, que no se sabe quiénes son, de dónde han llegado, de qué viven, y cuáles son sus fines, pero están o aparecen en cualquier sitio de la sede de gobierno. Indiscutiblemente los tiempos han cambiado, y de tal modo ahora gozan y hasta hacen mal uso de sus derechos fundamentales, incurriendo en un libertinaje que inflige mucho daño a la sociedad. Sobre el particular, los llamados a ello tendrían que legislar sobre esta situación que causa mucha preocupación en todos los estratos sociales. Lo real es que falta mucho por hacer antes de adecuarnos a los cambios que va experimentando la humanidad a raíz de una serie de hechos deliberados o casuales, y en torno a los cuales las legislaciones de hoy están desactualizadas. En lugar de seguir enfrascados en la política barata, que sólo da paso a la desmedida angurria de poder, será bueno que se ocupen de estos pormenores a fin de que no seamos sorprendidos en paños menores, como sucedió con la “educación virtual”.

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