viernes, septiembre 27, 2024
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Es urgente frenar el déficit fiscal

Muy acertadamente se sostiene que un gobierno debe y puede trabajar con lo presupuestado para su funcionamiento; cada una de sus dependencias tiene que funcionar con el dinero fijado oportunamente y no recurrir a déficits que siempre son contraproducentes.
En Bolivia se ha hecho crónica la costumbre de sostener: “Total… es del Estado, cuyas arcas siempre están llanas para solventar cualquier gasto”. Este modo nada atinado de obrar y contrario a principios elementales de prudencia y sensatez da pautas sobre la poca seriedad con la que se actúa y, especialmente, muestra hasta qué punto rige la irresponsabilidad, pensando que “lo ajeno se lo puede manejar como sea”, cuando la verdad es que todo lo que pertenezca al Estado debe funcionar conforme a reglas estrictas de seguridad, honestidad y responsabilidad. Los negocios del país, confiados a una administración gubernamental, no deben ni pueden ser manejados de manera discrecional y hasta festinatoria. Y cuando no ocurre así con sus bienes, del tipo que sean, se da pauta cierta de cuán mínima es la seriedad y honestidad que puede haber por conductas no apropiadas para velar, cuidar, manejar, dirigir y administrar los intereses nacionales.
El recurso de “echar mano” a la partida de “Déficit fiscal” es, simplemente, un modo de mostrar lo poco serio de una administración del presupuesto, porque echar mano a una especie de “fondo perdido”, que se puede llamar al déficit, no es otra cosa que se gastó irracionalmente, que se usó los bienes del país en forma no concordante con la honradez. Y el manejo del déficit puede ser interpretado como nomeimportismo con lo que no es propio; que no hay limpieza ni corrección en las conductas y que lo demás perteneciente a la nación “debe marchar a patadas”, como se diría al no tener en cuenta que lo ajeno debe ser más sagrado que lo propio, que de lo ajeno se debe rendir cuentas y responder por las diferencias.
Los rubros de ingresos y egresos deberían estar debida y honestamente concordados, deben ser coincidentes y si hay diferencias en contra, establecer responsabilidades y, si ocurre lo contrario, abonar en las cuentas respectivas y a favor del Estado, para que sea base de próxima fijación presupuestaria.
Los déficits en la ejecución de ingresos y egresos demuestran cuán eficiente es una administración o, lo contrario, hasta qué punto se llegó al cargarse en “cuenta en rojo”: ineptitud, descuido, dejadez o ausencia de tino y prudencia en la administración de lo ajeno.
Todos los componentes del gobierno tienen que tener en cuenta que, si son meticulosos en el manejo de lo propio, con mayor razón tienen que serlo en el manejo de lo que es del Estado.

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