¿Qué significa que el presidente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia Luis Oporto Ordóñez difunda un Twitter destacando la toma talibán de Kabul “poniendo fin a la guerra colonialista de ocupación del 2001”? ¿Es una posición personal? ¿Expresa la opinión de consejeras y directores de repositorios nacionales de la Fcbcb? ¿Puede un funcionario público jerárquico expresar posiciones propias sin comprometer a la institución?
Esperé algún desmentido al mensaje que circuló por las redes sociales y que mereció críticas en otras columnas de opinión y entre los internautas. Silencio. Por ello flota la pregunta: ¿qué significa el sutil respaldo de Oporto al Estado Islámico?
Por lo que se conoce, el bibliotecario no se pronunció cuando las tropas soviéticas invadieron en diciembre de 1978 a Afganistán para respaldar al gobierno contra la insurgencia de los muyahidines, guerrilleros islámicos, que ahora celebra. Curiosamente, los rebeldes nacionalistas fueron respaldados por Estados Unidos y otros países en el contexto de la Guerra Fría.
Comenzó así la primera fase de una de las escaladas más complejas y sangrientas de las disputas por la hegemonía mundial. Después de nueve años, en medio del colapso de la Unión Soviética, las tropas invasoras se retiraron derrotadas. ¿Qué publicó Oporto sobre ello en 1989?
El establecimiento de un Estado islámico y las nuevas organizaciones fundamentalistas estuvieron relacionadas con atentados terroristas, el más sangriento el del 11 de septiembre de 2001. Sobre ese hecho declaró Felipe Quispe, no Luis Oporto. Después se sucedieron cantidad de noticias que fueron develando el precio que pagan países marginales en la disputa de las grandes potencias internacionales; la invasión estadounidense a países árabes y otros conflictos que parecieron no interesar al archivista en sus conferencias o publicaciones.
¿Por qué ahora defiende a un gobierno que se inicia con una política contraria a la igualdad de oportunidades para las mujeres? ¿Por qué callan las militantes masistas que suelen armar jaleo ante otras palabras menos duras contra los movimientos femeninos?
¿Por qué aplaude Oporto a un régimen que detiene a periodistas y asesina a sus familiares?
¿Es parte del esquema oficial que respalda a los gobiernos de Irán, Siria, Rusia, China, Cuba, Venezuela? ¿Sabe que ahí los historiadores se alinean a la versión oficial o no publican? ¿Es posible inferir que Luis Oporto actúa por oportunismo o por veleidad?
¿Cómo puede existir libertad de conciencia en una entidad cuyo presidente celebra de forma subliminal a tropas armadas que abiertamente declaran su rechazo a los valores democráticos de Occidente?
Oporto encajó en una Fcbcb ya desprestigiada desde el directorio de Roberto Borda, cuando se echó a la calle a Marcela Inch pese a ser extraordinaria servidora pública por el delito de ser madre de un joven opositor al MAS. Fueron varios los mandaderos que arrinconaron a la mujer ante el silencio o la protesta tibia de historiadores y archivistas. Dijimos entonces que se daba paso al control político en uno de los más importantes centros culturales del país. Cergio Prudencio acentuó esa característica.
El primer concurso que convoca Oporto es sobre Senkata y Sacaba. ¿Por qué? ¿Cuál es el interés de la entidad en ese tema? ¿Por qué no se ocupa de otras represiones? ¿Es parte de los objetivos de la Fundación? ¿Por qué no se permite trabajar a ningún académico que critique el «proceso de cambio»? Otra entidad destrozada por el MAS cuya capacidad de envilecer a Bolivia no tiene límites. Bajar la cerviz no tiene retorno.
La agonía de la Fcbcb
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