viernes, enero 31, 2025
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La historia de “Candyman”

Estrenada en el otoño de 1992, la película Candyman de Bernard Rose marcó un momento trascendental en la historia del género de horror. Por primera vez un hombre afroamericano interpretó el rol antagónico principal en una importante película estadounidense de terror. Él era un “monstruo” cinematográfico diferente a todos los que habían existido anteriormente en la cultura pop occidental. Jordan Peele tenía 13 años en esa época. “Yo era un fanático del horror cuando era un niño, pero no teníamos un Freddy Krueger o un Black Jason Voorhees que fueran afroamericanos”, comenta. “Por lo tanto, cuando Candyman salió, fue una cinta muy atrevida y catártica. Además, era aterradora. A pesar de que hay muchos ejemplos de gente negra en las cintas de horror, este personaje en particular me parecía un auténtico renegado”.
Basada en la novela gráfica “The Forbidden” de Clive Barker, el largometraje de 1992 narra la historia de la estudiante de posgrado Helen Lyle (Virginia Madsen), quien está haciendo una investigación para su tesis sobre las leyendas urbanas. Ella está interesada en un mito que ha sobrevivido en la deplorable unidad habitacional Cabrini-Green en la ciudad de Chicago.
La creencia de la gente de Cabrini-Green, es que, si alguien pronuncia el nombre de Candyman cinco veces ante un espejo, este personaje aparecerá armado con un gancho en vez de mano para matarlo. Mientras la indagación de Helen continúa, varias muertes atroces surgen a su paso y ella descubre el origen de la historia tras la leyenda: Un artista negro que vivió en el siglo XIX, Daniel Robitaille (Tony Todd), se enamoró de una joven blanca a quien él estaba retratando. Por este crimen, una turba formada por gente de raza blanca lo linchó. Le cortaron la mano, lo untaron con miel y le soltaron un enjambre de abejas encima antes de quemarlo vivo. Sus cenizas fueron esparcidas en lo que entonces era el terreno del desarrollo urbano Cabrini-Green. Desde entonces, su fantasma ha aterrorizado a los habitantes de esa zona.
En la época en que la película era considerada una cinta de culto y gozaba de popularidad, Peele y su amigo (su ahora productor asociado) Ian Cooper crecían juntos en el Upper West Side de Manhattan en Nueva York. A través de los años, ellos verían esta película una y otra vez.
“Cuando estudiaba el segundo año de preparatoria, Jordan había acumulado una impresionante colección de películas en VHS (ordenadas alfabéticamente y por género) que ocupaba todo el espacio en los estantes de su habitación”, comenta Ian Cooper. “Ahorrábamos y juntábamos nuestro dinero y así nos alcanzaba para comprar películas. Casi todas las cintas que fueron significativas en mi formación y que influyeron en mí como cineasta, las vi por primera vez sentado en la cama de Jordan”.
Juntos vieron Candyman muchas veces. “Nos encantaba esa película”, dice Cooper. “En la representación que hace Tony Todd de Candyman, atestiguamos el surgimiento de un villano dominante, seductor, complejo, romántico, dinámico y aterrador, encarnado con regocijo por un actor de color. Solíamos recitar los parlamentos palabra por palabra, nos obsesionaban los personajes con muy poco tiempo en pantalla, y generalmente hacíamos un análisis concienzudo de cada detalle. Este tipo de estudio minucioso se convirtió en la piedra angular de nuestra amistad y sigue siendo el territorio en común sobre el cual jugamos y creamos cuando trabajamos juntos”.
A pesar de sus admirables cualidades, el largometraje de 1992 fue complicado, aún para su tiempo. Entre sus deficiencias destacaba la pregunta de por qué un hombre afroamericano que había sido víctima de la violencia blanca ahora aterrorizaba a la comunidad afroamericana, y por qué una mujer blanca era el centro de esta historia. “La película original exploraba la leyenda de Candyman desde la perspectiva de Helen”, señala Peele. “Pero esa película me parecía como si fuera una película para gente afroamericana. Era una película para mí. Por lo tanto, quería hacer un largometraje que recreara esta historia fantasmagórica desde una perspectiva afroamericana”.

Detrás del diseño de vestuario de Candyman
La pieza del guardarropa más icónico de la película de 1992 fue la gabardina con cuello de piel que Candyman usó en dicha película. El arte de su rediseño recayó en Lizzie Cook, la diseñadora de vestuario de Candyman. “El abrigo original del Candyman de Tony Todd era muy grande y tenía un voluminoso cuello de piel de oveja”, señala Cook. “Quería una reminiscencia de ese look, pero con base en una silueta de los años 70, para situar a nuestro Candyman en la época adecuada. Le pedí a un sastre muy talentoso que hiciera un abrigo de cuero. Es impresionantemente específico tanto desde el punto de vista creativo como funcional”.
Para el resto del guardarropa de la película, Cook se inspiró en el propio ambiente artístico de Chicago. “Anthony McCoy tiene casi 30 años y está entrando al auténtico mundo del arte y las galerías”, señala la diseñadora. “Así que generalmente es taciturno. En cuanto a los tonos, él usa colores más bien oscuros. Viste colores apagados, una especie de versiones embarradas de grises, marrones y vino tinto. Anthony no proviene de una familia con dinero. Es un tipo sencillo, común. Usa unos tenis Converse, una camiseta y una sudadera con capucha. Como parte de su personalidad, siempre lleva puesto un gorro. Estos pequeños detalles me ayudan a diferenciarlo de otros personajes”.
El guardarropa de Anthony cuando está pintando es sorprendentemente diferente. “Quería que diera la sensación de que está ‘metido’’ en su armadura de pintor”, declara Cook. “Tenía que verse como algo que cuando se lo pusiera se convirtiera en parte de él mientras pintaba. Terminamos basando ese diseño en overoles vintage: encontramos la tela perfecta y nuestra talentosa costurera hizo ocho piezas que fueron envejecidas y teñidas hasta conseguir la perfección”.

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