El feminicidio es un fenómeno social que involucra a una cantidad significativa de personas, porque no solo afecta a la mujer que es víctima directa de este delito, la cual sufrió el flagelo de la violencia, el maltrato, las agresiones físicas, psicológicas y económicas hasta llegar a una muerte (causada en la mayoría de casos por su pareja sentimental) por razón de su género: sino que, además, este evento genera una gran cantidad de víctimas indirectas, que son aquellas personas que tenían un vínculo significativo con la persona fallecida.
ANTECEDENTES
Desde México tenemos el “Modelo de Intervención Psicológica, Psicoeducativa y de Cuidados Integrales para Hijas e Hijos de Víctimas de Feminicidio” que aporta con resaltar la importancia de procurar la atención a los hijos que quedaron en orfandad. Pues vivir una pérdida por feminicidio conlleva un impacto en su desarrollo que, de acuerdo con la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (Subprocuraduría de Atención, 2018), tiene las siguientes consecuencias: Dificultad para establecer relaciones interpersonales, inseguridad, ansiedad por el futuro, percepción del ambiente como hostil y amenazante, timidez, retraimiento, depresión, desaliento, tristeza, apatía, angustia, apego ansioso e inseguro. Dificultad para expresar asertivamente sus emociones y necesidades, agresión hacia su grupo de pares, baja autoestima, sentimientos de desvalorización, percepción agresiva de la figura masculina, marcada necesidad de afecto, apoyo y protección.
La sintomatología puede variar y afecta de manera diferenciada a las víctimas indirectas. Algunos de estos indicadores se expresan a través de trastornos de conducta. Desde la revista de clínica psicológica publicada por la Universidad Portales de Santiago de Chile tenemos la caracterización de cierta sintomatología en niños, niñas y adolescentes cuando la madre ha sido asesinada por la figura paterna, sobre todo traumas en la etapa evolutiva.
Un trabajo hecho en Colombia para optar a la licenciatura en psicología, denominado “Impacto psicosocial que genera los casos actuales de feminicidio en la población femenina, del Barrio Alexis Arguello de la ciudad de Estelí, período 2017”, nos dice que perder a la madre por causa del feminicidio genera efectos como traumas, dolor, depresión, deterioro de la salud mental de las personas cercanas, familiares e hijos, y sobre todo la orfandad de niñas, niños.
En nuestro país, en el departamento de Chuquisaca se hizo un “Estudio sobre niñas, niños y adolescentes huérfanos y huérfanas por feminicidio”, que nos señala que de acuerdo con Baldry (2017), los/as huérfanos/as sobrevivientes a casos de feminicidio son las voces vivas de sus madres asesinadas y, lastimosamente, suelen ser ignorados en medio de una situación dramática.
Estos menores son la parte olvidada que paga el precio más alto del asesinato. Para los autores, se trata indudablemente de un problema social altamente traumático que cambia la vida del niño, niña o adolescente drásticamente. Además, es alta la probabilidad de que estos menores hayan crecido en un ambiente violento, dejando secuelas posteriores.
Cnl. Desp. Hernán Romero Segovia, Subcomandante Departamental de Policía.