sábado, diciembre 21, 2024

Cosmos

Es el título de una obra de Carl Sagan, 1980, nueva edición 2018 publicado por la editorial digital: Horus.
Se trata de una investigación fascinante realizada por alguien versado en la materia al ser profesor de la cátedra de Astronomía y Ciencias Espaciales y director del Estudios Planetarios de la Universidad de Cornell y oras actividades en el ámbito científico.
Hoy rescataré una mínima parte de esta obra que se refiere a lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, como el autor apunta: “si nos soltaran al azar dentro del Cosmos la probabilidad de que nos encontráramos sobre un planeta o cera de él sería inferior entre mil millones de billones de billones (un uno seguido de 33 ceros). En la vida diaria una posibilidad así se considera nula. Los mundos son algo precioso”.
“Si adoptamos una perspectiva intergaláctica veremos esparcidos como la espuma marina sobre las ondas del espacio innumerables zarcillos de luz, débiles y tenues. Son las galaxias. Algunas son viajeras solitarias; la mayoría habitan en cúmulos comunales, apretadas las unas contra las otras entrando eternamente en la oscuridad cósmica. Tenemos ante nosotros el Cosmos a la escala mayor que conocemos. Estamos en el reino de las nebulosas, a ocho mil millones de años luz de la tierra, a medio camino del borde del universo conocido.
Una galaxia se compone de gas, de polvo y de estrellas, de miles y miles de millones de estrellas.
Hay unos cientos de miles de millones de galaxias (1011) cada una con un promedio de un centenar de miles de millones de estrellas. Es posible que en todas las galaxias haya tantos planetas como estrellas 1011 x 1011 = 1022, 10 mil millones de billones. Ante estas cifras tan sobrecogedoras, ¿cuál es la probabilidad de que una estrella ordinaria, el Sol, ¿vaya acompañada por un planeta habitado?… A mí se me antoja mucho más probable que el universo rebose de vida.
Prosigue: Apenas estamos empezando nuestras exploraciones. Desde estos ocho mil millones de años luz de distancia tenemos grandes dificultades en distinguir el cúmulo dentro del cual está incrustada nuestra galaxia.
Luego se refiere a otra dimensión:” ahora nuestro viaje nos lleva a lo que los astrónomos de la Tierra llaman con gusto el Grupo Local de galaxias. Tiene una envergadura de varios millones de años luz y se compone de una veintena de galaxias. Es un cúmulo disperso, oscuro y sin pretensiones. Una de estas galaxias es m31, que vista desde la Tierra está en la constelación de Andrómeda. Es como las demás galaxias espirales, una gran rueda de estrellas, gas y polvo, M31 tiene dos satélites pequeños. Galaxias elípticas enanas unidas a ella por la gravedad, por las mismas leyes de la física que tienden a mantenerme sentado en mi butaca. Las leyes de la naturaleza son las mismas en todo el Cosmos. Estamos ahora a dos millones de años luz de cada”.
Para concluir esta primera visión sobre lo gigantesco del universo rescato otra fracción del texto: “algunas estrellas pueden estar rodeadas por millones de pequeños mundos rocosos y sin vida, sistemas planetarios congelados en una fase primitiva de su evolución. Quizás haya muchas estrellas que tengan sistemas planetarios bastante parecidos al nuestro, en la periferia grandes planetas gaseosos con anillos y lunas heladas, y más cerca del centro, mundos pequeños, calientes, azules y blancos, cubiertos de nubes. En algunos puede haber vida inteligente que ha remodelado la superficie planetaria con algún enorme proyecto de ingeniería. Son nuestros hermanos y hermanas del Cosmos. Quizás algún día trabemos conocimiento con ellos.

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