¿Qué es la amistad?
El Diccionario de la Lengua Española define la amistad como “el afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”. En tal sentido, la amistad es uno de los vínculos más maravillosos que podemos encontrar los seres humanos durante nuestra existencia, sin importar la etapa cronológica de la vida; los años no son superlativos cuando se trata de construir una verdadera relación con un amigo.
La amistad es una relación afectiva que se puede establecer entre dos o más individuos, a la cual están asociados valores fundamentales como el amor, la lealtad, la solidaridad, la incondicionalidad, la sinceridad y el compromiso, y que se cultiva con el trato asiduo y el interés recíproco a lo largo del tiempo.
Es el afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato y el tiempo. Implica participar activamente en la construcción activa del bienestar. Para ello, la relación se construye con valores como la sinceridad, el afecto, la paciencia, la comprensión, la generosidad, saber escuchar y saber perdonar.
Una buena relación de amistad aporta beneficios tan positivos que pueden contribuir al desarrollo de la personalidad. Sentirse queridos y respetados aporta apoyo emocional, fortalece la autoestima y brinda confianza.
Se entiende la amistad como una relación duradera basada en el afecto, el conocimiento mutuo, la lealtad, la confianza, la sinceridad, la comunicación íntima y el intercambio de conductas sociales positivas. Las amistades, no obstante, tienen diferentes grados de compenetración. Desde los amigos con quienes sentimos relaciones más lejanas, hasta aquellos con quienes el trato es tan estrecho que los consideramos “mejores amigos”, otorgándole a esa amistad un grado de superioridad sobre las otras amistades.
A través de los grupos de amigos, los jóvenes buscan construir y reconstruir su identidad, un sentido de pertenencia, la posibilidad de compartir estilos de vida y la presencia de empatía emocional. Por lo tanto, la amistad se considera una relación que se construye a lo largo del tiempo y que puede llegar a ser perdurable. Se basa en aspectos como la confianza, la comunicación, la intimidad, el afecto y el conocimiento recíproco: se comparten constantemente sueños y esperanzas constantemente, y se planifican y realizan distintas actividades de mutuo interés (Giró, 2011).
La amistad no solamente surge con quienes tenemos más afinidades en cuanto a gustos e intereses, o con quienes tenemos más parecido, sino que puede aparecer entre personas muy dispares.
De hecho, a veces ese es un factor que fortalece la amistad, pues una buena amistad complementa y enriquece a la persona, no solo en el intercambio de ideas, información y sentimientos, sino también en el hecho de compartir los buenos y malos momentos de la vida.
Existe una variedad de factores que permiten el desarrollo de un fuerte vínculo de amistad, entre los que se encuentran:
- La proximidad y el mantenimiento de contactos frecuentes, ya que generalmente los individuos eligen a sus amigos entre aquellos que se encuentran físicamente más cercanos y con quienes mantienen contactos sociales habituales, como por ejemplo, vecinos o compañeros de estudio.
- La semejanza, dado que la amistad surge a partir de la presencia de simpatía y afinidad con el otro.
- La complementariedad, que brinda entre los individuos una satisfacción mutua de sus necesidades psicológicas.
- La presencia de intercambios satisfactorios a nivel afectivo y psicológico, que generan gratificación a cada una de las partes.
- Otras circunstancias con significado particular, como por ejemplo, el hecho de compartir experiencias especiales, como, situaciones de vergüenza o unas vacaciones gratas.
La amistad repercute en las vivencias psicológicas positivas y favorece aspectos altamente beneficiosos para la salud, ya que tiene un efecto sobre los procesos psicofisiológicos del organismo. No obstante, es evidente que dentro de las relaciones de amistad existen dos tipos de amigos, que dependen del nivel de intensidad de la relación: los amistosos; es decir, aquellos con quienes se construye una buena relación, pero con los que no existe un vínculo afectivo tan fuerte como para denominarlo amistad; y los más íntimos, con quienes se construye una relación de amistad como tal, compuesta por un alto nivel de intimidad y confianza, entre otros aspectos fundamentales (De la Rúa, 2003).
Las primeras amistades que se construyen en la infancia no suelen olvidarse nunca. Para los niños y adolescentes el valor de la amistad se centra en las relaciones con sus pares, en el placer de compartir con el otro, lo cual, hoy en día, con el uso de la tecnología a través de las redes sociales y aplicaciones como WhatsApp, la sensación de estar conectados compartiendo “en vivo y en directo” se convierte en lo más importante de su vivir diario.
Tipos de amistad
Según el filósofo griego Aristóteles, quien escribió sobre la amistad en su Ética nicomáquea, en el siglo VI a.C., existen tres tipos de amistad: la de utilidad, la accidental y la de lo bueno. Las dos primeras son accidentales y la tercera intencional.
Amistad de utilidad
La que tiene lugar entre dos personas que emprenden un objetivo en común y se ayudan en el camino, o en el que obtienen algún tipo de beneficio de ser amigos. Según el filósofo, dichas amistades suelen agotarse cuando los objetivos son alcanzados o los beneficios se acaban.
Amistad accidental
Aquellas que se basa en el placer del compartir y del discurrir, típica de los jóvenes y depende en gran medida de los gustos, de manera que el tiempo la sentencia a desaparecer, pues con el crecimiento, los gustos son de las primeras cosas en cambiar.
Amistad de lo bueno
La más duradera de las tres y la que encarna realmente el concepto de amistad, se fundamenta en una visión de lo bueno de la vida y de la virtud; es decir, de ciertos preceptos morales y cierta manera de entender la existencia. No aspira a recibir nada a cambio de ella, como no sea el mismo vínculo, reciprocidad, y pueden ser las amistades más duraderas, con períodos de años o incluso de toda la vida.
Otras formas de amistad, abordadas ya no tanto desde lo filosófico como desde otras perspectivas, nos permiten hablar de:
Amigos con “derecho” o con “beneficios”
Se trata de una relación de amistad en la cual las dos personas son, además, compañeros sexuales o eróticos esporádicos, sin que ello en teoría derive hacia relaciones más profundas.
Amigo íntimo
Se suele hablar de amigos íntimos o mejores amigos, para separar a aquellos amigos “especiales” o de grado muy profundo, en comparación con los demás: es una distinción especial.
Amigo virtual
Se llama así a las amistades que se hacen a través de Internet, ya sea mediante foros, redes sociales, correo electrónico, etc.
Falsos amigos
También llamados amigos “tóxicos”, son aquellos que pretenden ser amigos de alguien o que lo son únicamente por fines interesados y presentan en diferentes y reiterados momentos actitudes tóxicas que dañan la relación.
La importancia de ser un buen amigo
El valor fundamental de la amistad reside en experimentar el deleite por compartir con la otra persona, trascendiendo sin que importe su condición social, sexualidad, raza o religión; es el espacio donde la inclusión puede ser pura, en donde se percibe el aroma y la esencia por compartir sentimientos, convicciones, gustos, dudas, sinsabores y los diferentes matices de la vida.
Ser auténtico y verdadero es clave con los amigos. Ser coherente con lo que se dice, se piensa y se ejecuta debiera ser el norte en las auténticas relaciones; descubrir distintas formas de ser en una misma persona menoscaba significativamente los lazos de amistad. Los amigos deben saber ponerse en el lugar del otro, la empatía es intuir, es leer a la otra persona, es poseer un sentimiento de advertencia afectiva de la realidad que afecta al otro, cultivando la capacidad de escucha activa, de comprensión, de saber compartir y ser flexibles ante la realidad del amigo.
Los amigos verdaderos no critican, analizan y construyen; no difaman, defienden lo justo; no traicionan una confidencia personal, sino que, por el contrario, la defienden y ayudan. Son verdaderos amigos y leales escuderos quienes defienden los intereses y el buen nombre de la amistad.
El verdadero tesoro de la amistad resplandece cuando los amigos:
- Buscan la conciliación y no la confrontación.
- Comparten libremente sus intereses con los demás.
- Ante lo incorrecto explican respetuosamente su punto de vista.
- Se preocupan por su amigo.
- Alientan al amigo que esté triste.
- Se regocijan con los logros de los demás.
- Se preocupan por algún amigo enfermo.
- Les demuestran afecto y cariño a sus amigos.
- Atienden a los demás de la misma forma que los atienden a ellos.
Como dice Miguel de Unamuno: “Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, que por lo que de él mismo nos da”.
A manera de conclusión se debe establecer que la construcción de la amistad es uno de los caminos y trabajos más duros sino se entiende su esencia y su implicancia; mas si se trabaja conjuntamente es uno de los más simples y la única exigencia que se tiene es dar sincera y abiertamente lo que se espera recibir.