II.- La Guerra del Chaco
El siguiente conflicto de límites que tuvo Bolivia fue en su frontera norte en el territorio del Acre, donde se produjeron dos movimientos secesionistas, que en los hechos fueron controlados, pero que la intervención del Brasil determinó que Bolivia tuviera una nueva pérdida territorial. El primer movimiento secesionista fue derrotado por tres expediciones enviadas desde La Paz y el segundo fue controlado por la expedición que hizo el presidente José Manuel Pando y por Nicolás Suárez, que con la columna Porvenir, organizada y financiada por él, derrotó a los secesionistas en Bahía (hoy Cobija). Un factor clave para que Bolivia tenga ahora el departamento de Pando, fue la presencia de la empresa de explotación de goma que instaló Nicolás Suárez, que permitió que Bolivia tuviera una ocupación efectiva de parte del territorio del Acre. Mediante el tratado de Petrópolis Bolivia tuvo que ceder a Brasil 190.000 Km2 de ese territorio, a cambio de una compensación pecuniaria de 2.000.000 de libras esterlinas y la construcción de un ferrocarril para salvar las cachuelas del rio Madera.
A principios del Siglo XX solo faltaba definir los límites con la República del Paraguay en la región del Chaco. Bolivia reclamaba el territorio del Chaco, porque había pertenecido a la Audiencia de Charcas y el Paraguay por considerar que era una continuación de su territorio. Ya desde finales del Siglo XIX hubo entre los dos países intentos de firmar tratados para fijar los límites. Por estar cerca del Chaco, Paraguay se adelantó en establecer fortines militares, lo que obligó a Bolivia a instalar los suyos, muy alejados de sus centros poblados y faltos de medios de comunicación. Los primeros incidentes se presentaron durante el gobierno de Hernando Siles, pero se resolvieron por los medios diplomáticos. Fue durante el gobierno de Daniel Salamanca que estalló la guerra por la disputa de una laguna en el centro del Chaco, que duró de 1932 a 1935.
Frente a la guerra que el país tenía que enfrentar, su economía estaba en bancarrota. El gobierno de Salamanca tuvo que recurrir a préstamos de los empresarios mineros, principalmente de Simón I. Patiño (que también hizo donaciones y asumió préstamos en el exterior) y a obligar a éstos a entregar parte de sus ingresos en moneda extranjera con un precio bajo y a venderlos con un precio superior en el mercado interno. Lo que obtenía con estos ingresos no bastaba para solventar lo que era necesario para enfrentar al enemigo.
La mayoría de la población boliviana estaba concentrada en el Altiplano y los Valles, por lo que la movilización de las tropas tardaba un promedio de 14 días para llegar al campo de combate. Paraguay necesitaba solo de tres días para que sus tropas estuvieran listas para entrar en combate. Con excepción de cruceños y benianos, los soldados bolivianos provenían de regiones de clima seco y poco caluroso y de escasa vegetación. Tenían que combatir en un medio totalmente diferente, en un terreno boscoso y en un clima muy caluroso, tenían poca resistencia a la sed. En cambio, los soldados paraguayos combatían en el mismo medio en que vivían, estaban habituados al calor y a la selva, “se desplazaban con rapidez y habilidad felinas” en los campos de batalla.
La conducción de la guerra no fue la más acertada. Estuvo a cargo del presidente Daniel Salamanca, el militar alemán Hans Kundt y los militares que estaban en el campo de batalla. Entre el presidente y los jefes militares no había confianza, acuerdo, ni simpatía, lo cual fue un factor negativo en la conducción de la guerra. El Gral. Kundt fracasó como comandante, ni una batalla ganó. Fueron movilizados 250.000 soldados, de los cuales 50.000 dejaron sus huesos en el Chaco y 25.000 fueron tomados prisioneros. Oficiales y soldados sufrieron en el “infierno verde” toda clase de vicisitudes, en especial sed. Tuvieron que combatir con muchas falencias, pero demostraron mucho valor.
Después de una serie de contrastes, con unas cuantas victorias del ejército boliviano, el ejército paraguayo logró llegar hasta las faldas de la cordillera de Los Andes y capturar poblaciones cruceñas. Con las montañas a su espalda, los combatientes bolivianos detuvieron el avance paraguayo y lo hicieron retroceder. Pero la intervención de la diplomacia internacional y el agotamiento de los dos países, hizo que se declarará el alto del fuego y se iniciaran conversaciones para fijar los límites territoriales, sobre la base de las posiciones de los ejércitos en contienda. En ese momento Bolivia estaba en mejor situación que Paraguay, cuyo ejército estaba alejado de sus bases de abastecimiento y los bolivianos ya sabían combatir en el Chaco. El Paraguay había tomado la mayor parte del territorio del Chaco, donde actualmente vive el 2% de su población.
En el Chaco se encontraron los bolivianos blancos, mestizos e indios, de las ciudades y del campo y de todas las clases sociales, como dijo don Walter Guevara Arze “los bolivianos se conocieron en el Chaco”. El desastre de la guerra y los sufrimientos de los combatientes, en su inmensa mayoría de los que sufrían la opresión del sistema feudalista y oligárquico que imperaba en Bolivia desde su fundación, hizo tomar conciencia de que Bolivia tenía que cambiar. Fue el inicio de un proceso que culminó con la Revolución Nacional de 9 de abril de 1952, que destruyó el viejo régimen y creó una nueva Bolivia y un periodo nuevo de desarrollo social, político y económico.
Oscar Espinosa García es ingeniero civil.