domingo, diciembre 22, 2024
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Los intereses creados hoy

Por intereses creados no se mide consecuencias ni se tiene límites. Se puede arrasar con la honorabilidad de las personas e instituciones, tergiversar la verdad, inventar cosas y sembrar dudas, para lograr nefastos propósitos. Probablemente se busca imponer designios particulares, que no coinciden con las necesidades y aspiraciones del conjunto nacional. El país, que clama, día y noche, el retorno de la paz, de la coherencia y la reconciliación, no logra salir de su asombro, ante tales despropósitos, que alejan toda inquietud de unidad, tan necesaria para construir la Nueva Bolivia, de cara al Siglo XXI.
Aquellos intereses, inspirados en odio y revancha, empañaron, recientemente, la imagen de ciudadanos y organismos representativos, en una asamblea internacional de carácter multilateral, denunciando una posible participación “golpista”, en el pasado reciente. Fue una vil y desafortunada acusación, que ha caído por su propio peso. Pero ha mellado la dignidad de quienes son considerados defensores del sistema democrático. De veras que los intereses creados se han propuesto ganar terreno, recurriendo a mentiras, calumnias y zancadillas.
Los detractores están conminados a rectificar dicha acusación, poniendo sobre la mesa, para que vean y oigan los pueblos y gobiernos democráticos del mundo, la verdad histórica, que construye credibilidad política. Que inspira a honrar, asimismo, los hechos más trascendentales y no minimizarlos, de manera canallesca, a pedido expreso de mitómanos. Ahí radica la conducta política rectilínea, honesta y transparente, de los hombres probos que se constituyen en paradigmas para los que vienen detrás de nosotros. Mientras la falacia es el recurso de indignos, que son capaces de vender las cenizas de su madre. De aquéllos que hablan utilizando a terceras personas. Éstas que no saben lo que hacen, pero que se prestan a ese juego inclasificable. Falsear la verdad es propio de mentirosos.
Desgraciadamente, esa actitud tiende a echar raíces, en estos días de intereses desmedidos. Nadie trabaja por el país de manera desinteresada. Nadie se siente comprometido con su futuro. Todos tratan de arrancarle, de una u otra forma, réditos políticos, electorales o de tipo personal. Se imponen, por lo visto, los intereses creados, que nada bueno reflejan de sus protagonistas.
La ciudadanía ha luchado, con firmeza y decisión, contra los regímenes dictatoriales, desde las luctuosas jornadas de 1964. Ello está registrado en las páginas de la historia. Ha celebrado, de igual modo, la restitución de la democracia, hace aproximadamente 39 años.
Hoy ratifica su inquebrantable espíritu democrático. Concurre, masivamente, a los centros de sufragio, para emitir su voto. Para decidir el futuro del país. Jamás, que sepamos, ha incurrido en actos lesivos contra el sistema político vigente. Jamás se puso del lado de quienes conculcaron los derechos humanos, persiguiendo, torturando o encarcelando. Y nadie puede subestimar esa trayectoria ciudadana marcada por la valentía y el amor a la libertad.
En suma: deberíamos trabajar priorizando los supremos intereses de la Patria, sin dar cabida a intereses creados, que nos confunden, nos confrontan y dividen.

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