viernes, septiembre 27, 2024
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Conductas que atentan contra la tranquilidad

Hay conductas extrañas en las organizaciones sociales ya que, al presentar un pliego de peticiones, “esperan al Presidente o a uno de sus ministros”; no aceptan fácilmente el diálogo porque parecen creer que solo con una autoridad de mayor rango podrán conseguir más beneficios; pero como no siempre logran lo pedido, lanzan la amenaza: “de no lograrse lo pedido, habrá huelgas, marchas y manifestaciones hasta las últimas consecuencias”.
Lo que siempre extraña es que las autoridades no encaran los problemas planteados y parecen esperar que el tiempo “remedie” el problema y aceptan reunirse para tratar lo planteado, pero lo hacen sin el esmero y agilidad necesarios: pasan los días y ante la falta de avance surge la huelga que todo lo paraliza y se obstruye el tránsito de vehículos, se para la industria y son adoptadas medidas más radicales. Lo cierto es que no hay concordancia entre lo que se dice y se hace. Se amenaza y se profiere hasta insultos y lo planteado adquiere otras dimensiones, porque los peticionarios creen que al no conseguir ni lo mínimo pueden alcanzar algo más con las amenazas y posiciones recalcitrantes.
El pueblo, eterna víctima de paros y huelgas, hasta bloqueos, paga las consecuencias de los descuidos, del dejar hacer y dejar pasar hasta que “lleguen mejores momentos”. La población vive angustiada porque no tiene forma de trasladarse a su trabajo o sitios en los que debe cumplir con alguna función, trámite o gestión y, si logra llegar a la oficina precisa, ocurre que la huelga también la paralizó; así, los problemas adquieren dimensiones diversas, cuyas consecuencias, sin ser las últimas, sufre la población porque pierde tiempo y dinero. Con miras a la tranquilidad ciudadana, es urgente que las autoridades abran las compuertas del diálogo y la concertación, convenciendo a la otra parte de que solo así podrá tener buenos resultados; es necesario, además, que los dirigentes sindicales abandonen posiciones de soberbia que siempre es negativa y convengan en que es mejor dialogar que discutir y no tratar de llegar a “las últimas consecuencias”.
Si el gobierno se propone, puede conseguir dialogar, evitándole al país paros, huelgas y bloqueos y, cuando sean encontrados los cauces debidos, no dar pautas que impliquen largas esperas que complican todo.
Finalmente, es necesario convenir en que los dialogantes posean las condiciones morales necesarias, los conocimientos precisos, la autoridad que sea solvente para no repetir lo acordado. Y partiendo del principio de que lo convenido es digno de las partes y no implica amenazas de alguna clase y que lo concertado es fruto del diálogo cordial, respetuoso y sincero.

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