jueves, diciembre 26, 2024
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Las torturas contra Cristofer no solo le quitaron la vida sino el sueño de conocer a su única hija

La madrugada del domingo pasado, Cristofer Q., de 27 años de edad perdió la vida tras haber sufrido una serie de torturas y vejaciones en el penal de Chonchocoro, donde ya había cumplido su sentencia de tres años por robo agravado. Murió con la ilusión de conocer a su única hija que el pasado 29 de agosto cumplió dos años.
Como todo niño, Cristofer era muy pegado a su mamá, a quien acompañaba en su venta de anticuchos cuando había fiestas, pese a los ataques epilépticos que le daba en el momento menos pensado, enfermedad que había heredado de su progenitor.
La felicidad de Cristofer duró hasta que cumplió ocho años, edad en la que perdió a su madre por un cáncer que le carcomió su cuerpo. Desde allí su vida dio un giro pues de vivir bajo techo pasó a vivir en la calle.
Tras la muerte de su madre, el padre de Cristofer no pudo con el dolor y empezó a beber sin tregua, olvidándose de sus ocho hijos, quienes hicieron de la calle su hogar. Algunos encontraron un refugio con familiares.
Cristofer no conoció la escuela, tampoco tenía sus documentos de identidad. Su refugio era la calle donde aprendió a sobrevivir.
Las malas juntas, como dice su hermano, hizo que Cristofer haga cosas reñidas con el buen vivir, pues para sobrevivir tenía que robar, asaltar sino lo hacía se quedaba sin comer.
Cristofer es el tercero de ocho hermanos. Antes de su condena que estaba cumpliendo en Chonchocoro, fue sentenciado, también por robo agravado, empero cumplió su pena en el Centro de Rehabilitación de Qalauma. En ninguno de estos centros penitenciarios se percataron que no tenía documentos que respalden su identificación.
En 2019, Cristofer y su novia se fueron a vivir juntos en un cuarto que su papá les había prestado. Para sostener a su familia trabajaba de garzón atendiendo fiestas, empero encontraba sólo trabajos eventuales. El 29 de agosto nació su única hija, empero él ya estaba cumpliendo su sentencia en Chonchocoro.
La última vez que fueron a visitarlo sus familiares, Cristofer estaba feliz porque su condena estaba concluyendo y tenía mucha ilusión de conocer a su pequeña que ahora está al cuidado de uno de sus hermanos porque su pareja se fue en busca de un mejor futuro.
Las personas que propiciaron la muerte de Cristofer no solo terminaron con sus sueños de luchar por su hija y cambiar su estilo de vida, sino que dejaron a la pequeña huérfana y sin identidad.
La pequeña está al cuidado de sus tíos, quienes tienen otros cuatro hijos por quienes velar. Lo único que consuela a sus familiares es que Cristofer está al lado de su madre y no descansarán hasta que los culpables paguen por el delito.

LA TORTURA
El domingo 17 octubre de 2021, Cristofer falleció en una celda del penal de máxima seguridad de Chonchocoro. Antes de ese fatídico día lo llevaron a una celda de castigo, donde lo electrocutaron y no permitían su ingesta de alimentos. El 21 de octubre se cumplía su condena. No contaba con 200 bolivianos que el abogado de oficio le había pedido para fotocopias y otros trámites. El Gobierno asegura que la justicia en el país es gratuita.
“Faltaban 200 bolivianos para el trámite, el papeleo, para que salga” de la cárcel, relató una familiar del privado de libertad, monto que su hermano se había comprometido a conseguir hasta hoy para agilizar la liberación.
Cristofer sufrió violación y tortura durante tres días según el informe del Servicio para la Prevención de la Tortura (Sepret), que maneja la hipótesis de que el exjefe de seguridad de ese recinto carcelario, entre el jueves y viernes, pudo extraer al recluso fuera del muro perimetral de la cárcel para llevarlo al área denominada El Bus “para propinarle una brutal golpiza”.
La causa de la agresión, según la investigación preliminar, fue un altercado entre el privado de libertad con un coronel de la Policía, al cual supuestamente escupió en la cara, por lo que el jefe policial, bajo la complicidad de un teniente y cuatro reos, tomó represalias contra Cristofer.
El hermano de la víctima, aseguró que hay testimonios de los familiares de los internos que revelaron cómo en el pasillo lo violaron y torturaron hasta matarlo y cuestionó que lo hayan encadenado en la prisión.
“Presentaba 13 costillas rotas, el ojo reventado y la cabeza abierta. Ha muerto de derrame cerebral por los golpes”, denunció.

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