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¿Alarmista? Sí, con mucha razón

“Una alerta roja para la humanidad”. Así describe António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, las conclusiones de un histórico informe de la ONU publicado en agosto sobre el cambio climático.
De acuerdo con el informe, el efecto invernadero podría quebrar un límite clave de la temperatura global en poco más de una década. Y “no es posible descartar” una subida del nivel del mar que se acerque a los 2 metros a finales de este siglo.
Pero, “si unimos fuerzas ahora, podemos evitar una catástrofe climática, considerando, como deja claro el informe, no hay tiempo para demoras ni lugar para excusas”, remarcó Guterres.
Lo que afirma el secretario general de la ONU es una verdad dolorosa. Estos son los datos que respaldan su preocupación:
– La temperatura media mundial fue 1,09 °C más alta entre 2011-2020 que entre 1850-1900.
– Los últimos cinco años fueron los más calurosos registrados desde 1850.
– La tasa reciente de aumento del nivel del mar casi se ha triplicado en comparación con 1901-1971.
– La influencia humana es “muy probablemente” (90%) el principal impulsor del retroceso global de los glaciares desde la década de 1990 y la disminución del hielo marino del Ártico.
– Es “prácticamente seguro” que las temperaturas extremas, incluidas las olas de calor, se han vuelto más frecuentes e intensas desde la década de 1950, mientras que los eventos fríos se han vuelto menos frecuentes y menos severos.
Todos debemos estar conscientes, como dicen los científicos, de que “es inequívoco que la influencia humana ha calentado la atmósfera, los océanos y la tierra”. “Es una constatación de hechos; es indiscutible que los humanos estamos calentando el planeta, no podemos estar más seguros”, dijo el profesor Ed Hawkins, de la Universidad de Reading, Reino Unido.
Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, hizo una analogía deportiva: “Se podría decir que la atmósfera ha estado expuesta al dopaje, lo que significa que hemos comenzado a observar los extremos con más frecuencia que antes”.
Este calentamiento está afectando a muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo.
Con la finalidad de salvar responsabilidades, cuando se presentan inundaciones, sequías, olas de calor, deshielos en las cumbres o los glaciares, culpamos de los fenómenos a todos, menos a nosotros mismos, los verdaderos culpables.
Y en el país las cosas no van mucho mejor. Veamos solo algunos casos: Poopó, el segundo lago más grande de Bolivia con más de 2.000 kilómetros cuadrados, está seco; Chacaltaya la pista de sky más alta del mundo, ya no tiene nieve; Titicaca, el Lago Sagrado de Bolivia, es un vertedero de basura y desechos mineros; el Illimani, símbolo de la ciudad de La Paz y de Bolivia, visto de atrás muestra un manto de nieve muy recortado, además de diversas operaciones mineras que deterioran el sector.
Sigamos con otros ejemplos: solo entre agosto y noviembre de 2019, el país registró incendios forestales que afectaron a más de 6 millones de hectáreas; se calcula que por año se utiliza 3 mil millones de bolsas plásticas de diverso orden y tamaño.
ANF informó hace pocos días que al menos dos kilómetros de botellas pet y diferentes desechos de basura se encuentran estancados en el río Katari, cauce que desemboca en el lago Titicaca, convirtiéndose en una de las principales fuentes de contaminación de esas aguas.
Otro detalle: en el portal del IBCE encontramos que un recuento en los nueve departamentos de Bolivia, realizado el 2016, reveló que al menos 10 represas y cerca de 36 lagunas bajaron considerablemente sus niveles de agua, lo que repercute en el racionamiento de este recurso a la población.
¿Qué y cuánto estamos haciendo por remediar los daños ambientales y por reducir nuestras acciones que atentan contra la Madre Tierra? Creo que muy poco comparado con los daños que tenemos.
Quiero cerrar este pequeño recuento de los daños ambientales en el país haciendo mías las palabras de António Guterres, cuando enfático señaló en la inauguración de la cumbre de líderes de la COP26 en la ciudad de Glasgow: «Es el momento de decir basta. Basta de brutalizar la biodiversidad, basta de matarnos a nosotros mismos con carbono, basta de tratar a la naturaleza como una letrina (…) y de cavar nuestra propia tumba».

El autor es Ingeniero en Ecología y Medio Ambiente.

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