martes, septiembre 3, 2024
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Neurodidáctica, primordial para la formación docente

Muchos son los esfuerzos que reflejan hoy los países en sus agendas políticas a fin de mostrar reestructuraciones dirigidas a los principios rectores de los sistemas educativos inclusivos. Todo esto ha sido producto de un trabajo mancomunado entre entes y organizaciones internacionales para dejar entrever la naturaleza y composición de la inclusión en el proceso pedagógico. Esta iniciativa tuvo sus inicios en la Declaración de los Derechos del Niño en 1959. No obstante, la figura que ha presentado la educación inclusiva en los últimos años tiende a construirse desde lo teórico, lo conceptual e incluso, lo normativo, dejando de lado la praxis como componente inherente a los actores principales de todo proceso educativo: el docente, el estudiante y el entorno.
Si se hace alusión a la situación de la formación docente, en cuanto a los ajustes metodológicos y las adaptaciones curriculares, en la misma medida en que visibilice la práctica magistral desde las nuevas metodologías en innovación pedagógica.
Asimismo, recientes investigaciones apuntan que, para implementar este nuevo enfoque en el sistema educativo, no basta con saber sobre discapacidad o diversidad de forma teórica, pues, es insuficiente y no garantiza la inclusión, para constituir una educación de calidad es imprescindible y fundamental tener conocimientos experienciales que reconozcan al docente como un ente participativo, responsable, autorregulado y consciente del proceso de enseñanza, así como también del aprendizaje, que cada estudiante está estructurando.
La educación inclusiva es, por un lado, la estrecha relación que se ha establecido entre inclusión y educación especial, dadas las múltiples iniciativas que desde este sector han sido acometidas, a partir del principio de normalización, con objeto de asegurar más y mejores oportunidades educativas para el alumnado con necesidades especiales.
La neurodidáctica como disciplina encargada de identificar cómo aprende el cerebro, permite un proceso de enseñanza enmarcado en la diversidad y, sobre todo, en los intereses y necesidades autárquicas de cada estudiante. Este nuevo horizonte conceptual ha resultado imperante en los espacios de formación docente, pues, si el maestro de aula no reconoce las rutas o conexiones sinápticas, dosis y energías que deben llevar los neurotransmisores, no sabrá de qué manera pueden ser recuperados los conocimientos previos; en la misma medida en que éste no ayudará al estudiante a identificar cómo puede activar y almacenar de forma oportuna los nuevos saberes. Por consiguiente, al no tener una cualificación en torno a estas temáticas, el educando no podrá reconocer con claridad las etapas y facetas del individuo en función de la edad de desarrollo del cerebro, sus períodos sensibles y la forma en que pueden ser fomentados en estudiantes de diferentes niveles de escolaridad.
La neurodidáctica logra reunir las propuestas psicológicas y educativas que mejor se adaptan a los nuevos descubrimientos de la neurociencia y desde allí construir estrategias exitosas de enseñanza y de aprendizaje, que fortalezcan las habilidades cognitivas y metacognitivas del estudiante en relación con su contribución social. En mención de lo expresado, la neurodidáctica se presenta como un elemento primordial en la formación inclusiva docente, ya que, de la misma forma que la educación para todos, ésta busca la visibilización del individuo y los ajustes razonables de contenidos educativos a través de un abordaje social perteneciente a las necesidades e interés de los integrantes de cada aula, aspecto que resulta imperativo en la estructuración y significación del quehacer en la actualidad.

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