jueves, diciembre 26, 2024
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Complicada coyuntura política

Nos ha tocado vivir la coyuntura política más complicada de nuestra historia. Aquélla donde predominaron los intereses particulares. Donde la realidad fue sesgada por apetitos personales. Donde la democracia fue utilizada como mecanismo para imponer, no para escuchar. Para doblegar al adversario mediante la amenaza e intimidación. Se advertía, por lo tanto, una situación de “enguerrillamiento”, que pretendía alterar la convivencia pacífica.
Algunos cobraban revancha y otros se rasgaban las vestiduras. Unos saludaban la reclusión de sus adversarios y muchos condenaban esa práctica propia de tiranías. La persecución recaía sobre quienes pensaban diferente. Las marchas y contra marchas conspiraron contra la salud, la vida y el bienestar, en tiempos de pandemia, que tuvo su origen en cierta región de la China comunista. Las actitudes maximalistas y de intolerancia contribuyeron a consolidar ese congestionamiento político.
Bolivia, en ese contexto, requería de un liderazgo efectivo, que priorizara los supremos intereses nacionales y no los particulares que lindaron siempre con lo bastardo. Y que promoviera, en primera instancia, la unidad del conjunto ciudadano, tomando como premisa la reconciliación, sobre todas las diferencias político – ideológicas. En la perspectiva de construir puentes de desarrollo integral, con empleo seguro y bien remunerado. Lo que se necesitaba y se necesita, en la actualidad, para favorecer a los que buscan sustento mediante una digna actividad.
Con habilidad política para llevar sus estrategias a la práctica. Para convertir sus teorías en realidades que impulsen la transformación. Para llegar a consensos o acuerdos con los que siempre divergen, en cuestiones de interés nacional. Sean grandes o pequeñas. Esa fue la esencia, en todo tiempo, de la praxis política. Quienes asumieron, en el pasado mediato e inmediato, el liderazgo, salvo algunas excepciones, fueron, desgraciadamente, improvisados. Sin noción de Patria, sin criterio de integración del país ni vocación de servicio al pueblo. Solo les fascinó el afán de enriquecimiento, a costa de las arcas del Estado.
Con capacidad persuasiva para buscar, en el ajetreado mundo político, puntos de coincidencia, priorizando ciertos temas, considerados como urgentes. Con los oponentes, sí, ya que estos han tendido y tenderán a cerrar filas, para fiscalizar sus actos, según disposiciones legales.
Con creatividad para lograr días mejores, en beneficio de la población boliviana. Sin exclusivismo para ningún sector social. Teniendo en cuenta que la adversidad recae, sin contemplación alguna, sobre todos quienes viven en el territorio patrio. Que ha frustrado las aspiraciones de mejores días de los más necesitados. Hoy, por decir un ejemplo, las secuelas de la pandemia pusieron en apuros a las autoridades del ramo, quienes no tuvieron otra salida que decretar la emergencia sanitaria. Los desempleados, por causa de ese virus, engrosaron las filas del comercio informal, que coadyuva, de una u otra manera, con el contrabando que castiga la producción nacional. La crisis económica tampoco tiene visos de solución.
En suma: que los liderazgos surjan con sentido de Patria y comprometidos con su destino.

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