viernes, diciembre 27, 2024
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La FAO y sus angustias por los países pobres

Para nadie es extraño que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) se angustie por la situación de los países pobres debido a que, en muchas naciones del Cuarto Mundo, por falta de alimentos mueren al día muchos miles de personas, sobre todo niños que, carentes de la leche materna, no sacian su hambre. Como consecuencia, muchas personas mayores y, en casos, madres, desean y esperan la muerte para sus hijos al verlos padecer por hambre. Son países carentes de lo más necesario y que viven atenidos a las ayudas que reciben de Naciones Unidas y Estados Unidos, además esperan encomiendas que les llegan de otras naciones, pero que no alcanzan para paliar el hambre y las urgencias de medicamentos, porque se ven acosados por males de toda laya. El Tercer Mundo, sin llegar a los extremos del Cuarto, también padece los rigores del hambre y las enfermedades.
La mayoría de la población total del orbe (un 65 %) sufre los rigores de la pobreza, vive con la esperanza de recibir inversiones para crear sus propias fuentes de riqueza e impulsar la producción de alimentos y de todo lo que necesiten, pero compartiendo trabajo, utilidades con los ricos, con los que invierten: un mundo que no quiere aceptar limosnas ni ser dependiente permanentemente. Son países con mucha dignidad y sentido de lo que es vivir con el propio esfuerzo, países que saben soportar la miseria y la pobreza, pero que cuentan con las virtudes y valores para enfrentar cualquier mal que los ataque. No faltan los peros, ya que sin ellos no encontraríamos los caminos que todos deseamos transitar.
Los reclamos de la FAO, traducidos como angustia ante Naciones Unidas y ante los países ricos y desarrollados, son para que comprendan y midan todo lo que pasan los pobres para sobrevivir. Que entiendan que ese 65 % del total de habitantes de la Tierra busca ser tratado con respeto a su dignidad para que, cooperando con ellos crear fuentes de trabajo y producción que anulen la dependencia y hasta la pobreza, que los ricos ya no tengan preocupación por enviar ayudas sino por saber cuánto han ganado ellos en concomitancia con el trabajo de los pobres. En otras palabras, que los ricos inviertan y produzcan en las naciones pobres para ganar más dinero del que ganan en sus países y que lo hagan compartiendo esfuerzos y trabajo con las naciones pobres. Así, ricos y pobres cambiarán dicha situación, unos dejando de ser dependientes, y los otros dando así sea solo parte de los remanentes que poseen.
La FAO podría influir en Naciones Unidas para hallar comprensión inteligente y encontrar los caminos para derrotar a la pobreza. Entretanto, la FAO tendrá que seguir con su labor humanitaria y los pobres observando cómo muere su gente merecedora de vivir en mejores condiciones.

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