Las llamadas enfermedades crónicas, el cáncer, la diabetes tipo 2 y las cardiovasculares tienen una característica en común: se desarrollan lentamente a través de varios años y al comienzo son silenciosas. Hoy, quiero hablarte de la prediabetes. Esta condición es la antesala a la condición crónica, y, al contrario de la diabetes, que es irreversible en muchos casos, la prediabetes sí se puede controlar y hasta prevenir, si la detectamos a tiempo. Sin embargo, se estima que 84 millones de estadounidenses la padecen y lo más alarmante es que el 90% de ellos no lo sabe.
¿Cómo es posible que exista una condición tan común y tan masivamente ignorada? ¿Qué características tiene que hace a tantos omitir o negar su existencia?
Prediabetes
La prediabetes es completamente silenciosa. Y al igual que otras enfermedades crónicas, cuando los síntomas comienzan a manifestarse es porque ha avanzado lo suficiente como para desencadenar las alarmas del organismo y causar descompensación.
Quiero ayudarte a entenderla, pero sobre todo a que comprendas la importancia de los chequeos rutinarios anuales. Estos son los únicos que te ayudarán a recibir un diagnóstico temprano y posiblemente reversible.
Cómo se desarrolla
La diabetes tipo 2, completamente diferente al tipo 1, es una enfermedad en la que, en la mayoría de los casos, debido a la obesidad, ser mayor de 45 años y a una fuerte historia familiar, el páncreas deja de producir cantidades adecuadas de su hormona insulina, la cual controla los niveles de azúcar en la sangre.
Al no existir la insulina necesaria, el azúcar se eleva lentamente en la sangre (100 miligramos por decilitro es el rango normal de azúcar antes del desayuno), hasta que al pasar de cierto umbral (por encima de 180, número que varía por persona) produce síntomas que llaman la atención.
Síntomas
Entre esos síntomas figuran apetito y sed desmedida. Se eliminan grandes cantidades de orina y se produce una pérdida de peso notable, a pesar del consumo de una mayor cantidad de alimentos.
Todo ese periodo en que el azúcar está por encima de 100, pero por debajo de la cantidad necesaria para causar síntomas, se llama prediabetes, y puede durar meses o años. Lo más crítico de este período es que no presenta síntoma alguno y es por eso que un 90% de las personas no sabe lo que está pasando.
Cómo detectar la prediabetes
¿Existe algún método para poder descubrirla a tiempo y no dejar que avance a la diabetes tipo 2?
Sí. Existen dos tipos de análisis de sangre. Uno de ellos es el examen de azúcar o glucosa en ayunas. No se debe haber ingerido alimentos por lo menos durante ocho horas. Esta prueba refleja el nivel de azúcar en el momento en que se adquiere la muestra.
El otro análisis mide la hemoglobina A1c o hemoglobina glicosilada (HbA1c), la cual debe ser menor de 5.6. Si el valor de HbA1c figura entre 5.7 y 6.3 hay prediabetes, y si es mayor de 6.4 hay diabetes. Lo importante de la hemoglobina glicosilada es que revela el promedio del nivel de azúcar sanguíneo de los últimos 90 días, un elemento valioso para analizar la existencia de la enfermedad.
El hecho de que el 90% desconozca que tiene prediabetes se debe en gran medida a que no han tenido acceso a una evaluación médica, o a un examen para determinar el valor del azúcar en la sangre. Al omitir estos dos importantes pasos, los pacientes no adoptan el estilo de vida saludable para revertir la condición y cuando acuden al médico ya el nivel de azúcar en la sangre ha cruzado el umbral y han desarrollado diabetes.
Qué hacer ante un diagnóstico temprano
La prediabetes está fuertemente asociada al sobrepeso y la obesidad, por lo que alimentarse saludablemente y desarrollar el hábito de hacer actividad física diaria ayudan a detenerla.
Una alimentación saludable significa comer de todo, pero en porciones pequeñas, y aumentar la cantidad de frutas y vegetales. Una actividad física saludable se puede lograr hasta con 30 minutos de ejercicio de bajo impacto diario, realizar caminatas, por ejemplo.
La prediabetes se convertirá en diabetes en un plazo promedio de cuatro años. Acceso a pruebas anuales, que incluyan un simple y rutinario examen de sangre después de los 40 años, puede ayudar a detectarla. En la corrección del estilo de vida que llevas estará tu mayor aliado, especialmente si hay historia familiar de diabetes.
