No abrigamos duda sobre que el carnaval goza de gran popularidad en el país y, en consecuencia, son pocos los ciudadanos que ponen reparos. Si la presencia del Covid-19 no fuera real en el mundo entero, el jolgorio al que invita el carnaval sería aceptable y hasta de saludable terapia contra el estrés colectivo de la vida moderna. Pese a todo hay países que anteponen el trabajo a la disipación y que lo han erradicado de cuajo.
Entre nosotros muy anticipadamente se habló del tema y muchas autoridades son las primeras en predisponer la expectativa de carnestolendas. El alcalde de La Paz, Iván Arias, viene acelerando a fondo y adelantó la realización de la celebración en la Sede de Gobierno con venia municipal. Respalda su afirmación en que –según él– entre las nueve capitales de departamento La Paz tiene mayor índice de vacunación. Sin embargo, los Sedes no se adhieren explícitamente a ello. Sería tranquilizante de ser así, pero mientras siga habiendo enorme cantidad de no vacunados en El Alto y en el campo el contagio seguirá siendo una amenaza real.
Las Unidades de Terapia Intensiva permanecen saturadas, mientras se dice que en los últimos días la contaminación con la variante ómicron o cuarta ola, bajó a menos de 500 casos por día, pero no debemos olvidar que en La Paz llegó a algunos miles cada 24 horas. En las dos primeras olas del Covid-19 el número de infectados no superó a los de esta cuarta ola. Lo que pueda ocurrir en el carnaval y después depende del cuidado, poco probable, de la gente. Su festejo no es lo apropiado, de ninguna manera, para una emergencia sanitaria como ésta en la que estamos inmersos.
Oficialmente el Sedes La Paz afirma que, en el sector de personas con edades de 5 a 17 años –de escolares y estudiantes–, la vacunación con la primera dosis es solo del 40% y el 60% no recibió vacunas. El inmunizante en el campo es tan solo del 7% en la edad escolar. Los niños y jóvenes ocupan su tiempo en muchas actividades, no siempre buenas, y tampoco se preocupan por su salud si les resta tiempo. Qué hacen los padres de familia que no conceden algo de tiempo a la salud y hasta a la vida de sus hijos en circunstancias tan críticas. El Sedes considera que, si en marzo continuara la baja de contagios, podría haber clases presenciales.
Se recomienda no abandonar las medidas de bioseguridad, si bien con cierta anticipación dicho organismo comenta que se puede dejar el uso del barbijo en los espacios abiertos. Meditar al respecto es lo recomendable. Acertadamente el Concejo Municipal recomienda un reajuste de la bioseguridad, como con el uso de barbijo y alcohol en el transporte público. Aunque si son cientos los conductores de microbuses, sobre todo, que no llevan barbijo, menos podrán exigir su uso a los usuarios.