Informar sobre el censo y su posible realización en el presente año para decir cuál, más o menos, sería la fecha, es un deber insoslayable; ninguna autoridad puede negar información al respecto porque todos, en la medida de lo que hagan y sepan, pueden aportar datos muy importantes para concretar una obra de relevante importancia. Es, pues, necesario que el gobierno considere el caso; de otro modo, la costumbre de posponerlo todo se repetirá y algo tan importante corre el peligro de engrosar la “cadena griega” de un listado interminable de postergaciones, causándole serios problemas a la nación.
Una vez realizado el Censo General y conocidos sus resultados, será posible, recién, planificar qué se hará, cómo y desde cuándo; se podrá tener ideas precisas para una planificación completa y, teniendo en cuenta el funcionamiento de las autonomías, establecer cómo funcionarán los diversos presupuestos, conociendo los respectivos ítems de ingresos y egresos, habidos los conocimientos sobre necesidades de cada departamento conformado con todo lo que tiene geográficamente y cuáles serán las divisiones para una programación clara y precisa.
Muchos de los países ricos y desarrollados han cifrado sus adelantos en censos levantados sobre todas las actividades y perspectivas nacionales; no han esperado, en forma alguna, que el azar sea el que determine cómo se harán las cosas y cómo actuará cada región, qué y cuánto producirá. Y todas las experiencias foráneas podrían ser conocidas por nuestro sistema universitario para que, teniendo todo ello como base, planificar lo que vayamos a hacer como país, cuáles serán sus percepciones sobre uso y consumo interno y qué partidas se podrá destinar a la exportación, habida cuenta de que ya se hicieron estudios y cálculos sobre los posibles mercados. Es decir, nada se dejó librado al azar y todos los resultados fueron efecto de trabajos disciplinados y muy bien realizados por personal especializado.
Es importante tener en cuenta que en este tiempo de pandemia no es posible reunir grupos de personas encargados de capacitar personal; pero si hay la planificación debida, se lo puede hacer poco a poco y por cada capital o región sería posible que con el tiempo se organice equipos capacitados para la realización del censo, sin que se hayan expuesto a algún contagio. De todos modos, las universidades ya podrían incluir en las currículas respectivas materias referidas al levantamiento de un censo, de tal modo que, en su momento, esos alumnos puedan contribuir en las capacitaciones, lógicamente luego de haber salido el país de la etapa peligrosa del virus.
Y el anunciado Censo ¿para cuándo?
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